El sol se había despedido de nosotros; se preparaba para irse a la cama.
La noche, con su manto de estrellas, se hizo hueco en el mar celeste.
Ante la belleza de este espectáculo, tomé el timón de mi mirada,
navegando entre el mar de estrellas y la oscura costa de bancos de
piedra, árboles y arbustos del parque donde me encontraba.
Se había hecho tarde, así que, saliendo del parque, mis pies me llevaron
hacia una de las puertas del caso histórico, aquella que llaman la
Puerta de Bisagra.
Dejando atrás la parroquia cercana a la muralla, enfilé, con cierta
dificultad, la cuesta que sube hacia la Mezquita del Cristo de la Luz,
escuchando el eco sordo de mis sandalias. Aquella noche, mi meta era,
aparte de cenar, llegar a la cama, deseando recargar pilas y descubrir
qué secretos de Toledo saldrían a la luz a la mañana siguiente.
Texto: Álvaro González Herranz
He leído dos veces tu relato. La segunda vez con una sonrisa en la cara. Resulta que el título me sugería otro tipo de final. Pero no, estabas pasando una noche en Toledo.
ResponderEliminarUn texto muy bien narrado. Me ha gustado. Gracias por compartirlo, Álvaro.
Hasta aquí llegan olores y sabores de esa noche Toledana.
ResponderEliminarMuy bueno.
Saludos.
Toledo, tierra del Quijote. Precioso texto. Abrazos
ResponderEliminarbandarqq pkv games dominoqq adalah permainan di situs kami yang tidak menggunakan bot sehingga sangat ama
ResponderEliminarmainkan segera disini http://www.e-ktp.com/