¡bueno, lo que me faltaba!, parejita de luna de miel arrumacándose en los asientos de al lado, no hemos ni despegado y ellos ya van volando. Sí, sí, aprovechen, que como no tengan el tren de aterrizaje engrasado ya verán el estrellazo. Siempre es igual, nunca se prepara el descenso con la aproximación y todo eso cuando se está en las nubes. Me suena, por eso ahora sólo viajo en avión, con profesionales, nada de vuelos rasantes con aficionados de pacotilla.Y me quedan cinco horas aquí amarrada, tragándome la telenovela ésta con final de perdices. Seguro que vienen de bodorrio de Ave María y tarta de merengue, vestido blanco roto para no ofender mucho a la virgen y oleadas de ¡viva los novios! No puedo…¡Ah, qué bien! Ahí viene la azafata con el aperitivo, me encantan esas bolsitas con mixto de frutos secos que sirven a veces, estupendo, así me entretendré durante un rato, aunque no debería, con las calorías que tienen, bueno, son pequeñitas las bolsas.Se zampa él los dos paquetes, claro, la flaca esa no querrá que una miserable caloría le vaya a mancillar su cincelada escultura. Sí, sí, te creerás que te va a durar toda la vida, guapa.Pasa otro rato de miradas arrobadas, roces, susurros. Y él que se atornilla en un beso de esos que acaban con la reserva de los pulmones, eterno. Me concentro en la pantalla con el mapa de la ruta prevista: distancia, hora local, tiempo estimado, temperatura exterior, ¿a quién le importará la temperatura exterior a diez mil metros?En eso que noto una agitación repentina en mis vecinos, él que grita: ¡Mayte!, ¡Mayte! Y Mayte que se ha puesto encendida, hinchada, que se ahoga, que ahora se pone azul, que se apaga. Y él que grita más, que la sacude. Y la azafata que corre por el pasillo. Y la megafonía que pregunta si hay un médico a bordo. Traen el oxígeno y el maletín de primeros auxilios, pero el médico no encuentra adrenalina.Él se desgañita poseído: ¡los manises, los manises!Yo me pregunto estupefacta: ¿tendré poderes?
Texto: Ángeles Jiménez
Narración: La Voz Silenciosa
Muy bueno Ángeles, bienvenida de tu viaje en avión. Agitado viaje por lo que leo.
ResponderEliminarEspero que sea una ensoñación y no una realidad, porque si no, ya me imagino que médico fue a socorrer a la pasajera.
Si es que no se puede hacer según qué cosas con la boca llena!!!
ResponderEliminarPero qué bueno este texto! Qué fresco!
Bienvenida, Ángeles! Llegas con aires renovados.
Gracias, chicas. Nada de agitado, ya ven a qué dediqué el tiempo, a inventarme la vida de los demás: bastante entretendido...
ResponderEliminarAnita, la boca siempre llena de besos, de palabras.
Un beso (sin veneno).
Angelita ha cogido mas carrera que el avión en el despegue... ¡estupendo!
ResponderEliminarQué bueno, Ángeles, y qué curioso el final. Según leía el texto me preguntaba cómo lo rematarías, y lo has hecho genial. Un abrazo.
ResponderEliminarEsa literatura que narra lo que todos hemos vivido y sentido. Nos sentimos cómplices.
ResponderEliminarY no puedes negar que mucho de lo narrado ha pasado. Un buen escritor/a nos lo hace creer y sentir.
Felicidades
Bravo!!! Procuraré viajar en avión solo, no vayamos a tener un problema.
ResponderEliminarMe ha gustado la metáfora del beso eterno,que agota toda la reserva de oxígeno... y tanto.
Vas camino de hacer un libro recopilatorio de artículos publicados, doctora. Muy bien. Besos como esos no quiero.
ResponderEliminarMe he reido un montón y... vivan los poderes.
ResponderEliminarQué bonito lo de "inventarse la vida de los demás": eso es literatura. Y es verdad que resulta inútil conocer la temperatura exterior cuando vamos en avión. Suele ser de unos 50 bajo cero, algo prácticamente inconcebible, al menos para mi. Buen texto, buenos personajes. Como dice Nieves, has cogido carrerilla.
ResponderEliminar¿Y quién no ha inventado la vida de los demás? ¿Hay mejor ejercicio para la imaginación? Es la mejor distracción en el Metro, minuto a minuto, segundo a segundo... Muy bueno, Ángeles. Enhorabuena.
ResponderEliminarEl verdadero poder es comunicar¡¡¡. Despertar en otros sensaciones, recuerdos, complicidad, reflexión....Tú lo consigues. No pares¡¡¡
ResponderEliminarEnhorabuena, Angeles, por este relato tan bien escrito e hilvanado para finalmente comprobar que no siempre es signo de felicidad cuando los enamorados comen manises o perdices.
ResponderEliminarEs buenísimisimo!!!
ResponderEliminarQué bien que lo has elegido para ponerle voz!
Estupendo, divertido y premonitorio.
ResponderEliminarTodos nos lo preguntamos a veces ¿Tendré poderes?
Un abrazo tocaya. Á.
Este micro no tiene desperdicio y ahora con la voz. Es que lo que es bueno, es bueno.
ResponderEliminarEs la primera vez que lo leo y lo escucho. Me ha parecido genial. Narrado en directo y con mucha gracia. Lástima de las alergias.
ResponderEliminarBesos, a 35º en el exterior, jaja!
Gracias por releerlo y por escucharlo en estos días viajeros. Bs
ResponderEliminarMuy divertido!!
ResponderEliminarVaya por Dios, pobre Mayte y el beso envenenado. ¿Sería, en verdad, culpable el poder de los malos pensamientos...?
ResponderEliminar... y comieron manises.
ResponderEliminarMuy bueno. Gracias por compartirlo.
Saludos.
Un blog genial, felicidades.