Eugène Atget comenzó su andadura en el año 1888 suministrando material de estudio a diferentes pintores, siendo primero miembro de
una compañía ambulante de teatro y no sin antes haber intentado fallidamente ser marino y pintor. Conoció a otros fotógrafos de la época como Berenice Abbot y Man Ray, el cual le presentó a los surrealistas con los que llegó a colaborar.
Recibió el encargo de fotografiar la ciudad, distrito a distrito, y sin la presencia de personas en sus imágenes puesto que el interés oficial estaba dirigido a los monumentos históricos. No firmaba sus fotografías y para cumplir sus encargos se desplazaba en autobús o en metro con su aparatosa y pesada cámara a cuestas.
Denominaba sus fotografías “documentos para artistas”, porque entendía que eran materia prima para los pintores de estudio de la época, brindándoles la oportunidad de incorporar detalles a sus cuadros.
Al final de su vida, consciente de que muchos de los elementos que fotografió de aquel París iban a desaparecer, los capturó para dar testimonio de su existencia. Su cámara se había convertido en la máquina del tiempo de H.G. Wells.
La exposición rescata imágenes de edificios, monumentos, jardines, establecimientos, ornamentos, gentes, calles y vehículos de la época.
Esas calles desnudas de vida y la soledad de los monumentos históricos que Atget capturaba a primeras horas de la mañana, sin ningún paseante, resultan perturbadoras, como una ciudad vacía de habitantes. Si alguna vez existieron moradores en la ciudad de la luz, estos se muestran como presencias de aspecto fantasmal apagadas para siempre por el peso del tiempo.
Durante la primera época de la fotografía los tiempos de exposición necesarios eran muy amplios y los paisajes urbanos y rurales son fotografiados cuando no había nadie ni nada en movimiento para evitar así que salieran borrosos. Esto podemos observarlo en las fotografías paisajísticas iniciales así como en esta exposición.
Llama la atención, en una exposición de esta categoría, la repetición innecesaria de algunas fotografías a lo largo de las salas y la disposición confusa de las secciones. A pesar del valor de las imágenes, es una lástima ver expuestas muchas de ellas con sus bordes negros en la parte superior.
No podemos dejar de señalar también las maneras carcelarias de las celadoras, que cuando todavía faltaban varios minutos para el cierre apremiaron a los visitantes como si les condujeran al patíbulo o estuvieran pastoreando ganado forrajero. Esas energías en forzar a abandonar las salas a los visitantes se podían haber empleado mejor en atraerlos a ellas, seleccionando una imagen distinta de la que figura en el cartel (Fuente del Point du Jour, Versalles), que no se encuentra entre las mejores y más identificativas de su obra.
Todas estas circunstancias, sin embargo, son pequeños impedimentos que no empecen el disfrute de unas imágenes extraordinarias de este peculiar, anónimo pero finalmente reconocido y muy considerado fotógrafo. El conjunto de la muestra ofrece una oportunidad maravillosa y única de volver al pasado.
¿Dónde? Fundación Mapfre. Madrid.
Del 27 de mayo hasta el 27 de agosto de 2011
Crítica: Julio González Parra
Visita virtual exposición aquí
Del 27 de mayo hasta el 27 de agosto de 2011
Crítica: Julio González Parra
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Me emociona ver en la Esfera fotos que me perdió, fotos de un París olvidado, de París que no conozco muy bien por vivir en provincia.
ResponderEliminarBuena crítica, y lo que dices de las celadoras y del ganado forrajero o del cartel ocurre en la mayoría de las exposiciones.
Ahora los fotógrafos no saben hacer fotos sin su NIKON de 40 megapíxeles, sin sus complejos objetivos, polarizadores, y sin sus retoques de PhotoShop.
ResponderEliminarAdmiro a fotógrafos comoEugène Atget, que cargaban su cajón fotográfco y en condiciones precarias, pues no existí material y captaron todas esas instantáneas que nos evocan un pasado de nuestra historia.
Al fotógrafo no lo hace una Nikon de 40 megapíxeles.
FranCo
Creo que por fotos como estas es por lo que muchos de nosotros nos entusiasmamos con la fotografía (yo también hice mis pinitos revelando en BN y virando a sepia), porque trasladan una autenticidad que te hace desear ser capaz de captar el instante en la forma en que los grandes lo hacen.
ResponderEliminarMe han encantado las fotos y me ha parecido estupenda la crítica, que pone de relieve las luces y las sombras de esta exposición. Justo como lo hace Atget con su objetivo.
Gracias, Pablo