Durante dos meses Ana y José fueron juntos a la academia de baile. Al terminar el cursillo José acabó confesándole su amor y proponiendo que salieran juntos para conocerse mejor. Con escaso entusiasmo Ana respondió que podrían seguirse viendo como amigos; él despreció la oferta con cara de pena: “amigos no gracias, tengo ya muchos".
Volvieron a encontrarse por azar durante las fiestas del verano en el concierto de Tito Puente al aire libre, en la Plaza de toros. Ella, que soberbia y engreída esperaba recibir sus miradas de deseo, quedó decepcionada y hasta un poco enfadada cuando
vio salir a su admirador a la pista de baile solo, concentrado en disfrutar al máximo de los movimientos de su propio cuerpo, al compás del bolero-jazz-blues, en absoluto interesado por la presencia de la bella.Espoleada por semejante indiferencia y seducida por el frenético ritmo del porto-riqueño, Ana tardó pocos minutos en colocarse al lado de José y acompañarle en su baile, siguiéndole y amoldándose a sus contornos con voluptuoso placer. El resto del espectáculo lo pasaron entrecruzando cuerpos y miradas. No necesitaron palabras.
Cuando la música terminó salieron a la calle cogidos de la mano con el deseo retratado en sus sonrisas. Al volver una esquina, junto al contenedor, vieron un viejo colchón que esperaba su turno para ser devorado por las fauces del camión de la basura. José, no pudo evitar la asociación de ideas y lanzó hacia el destartalado lecho una rápida y sutil mirada, que hizo sentir a Ana cosquillas en la boca del estómago y calambres en las piernas.
Todavía continuaron paseando largo rato, en silencio, escuchando los murmullos de la cálida noche y sus propios pensamientos, para al fin – ¿en tu casa o en la mía?- entregarse el uno al otro en un inolvidable encuentro, con toda la carga erótica y la ternura que habían ido atesorando a partir del momento en el que: “volvieron a encontrarse por azar en el concierto de Tito Puente” (bendito sea).
Amiga Ángeles, el verano y Tito puente... combinación explosiva. ¿En que plaza de toros sucedió la historia? ¿Deduzco a un protagonista del encuentro o son cosas mías?
ResponderEliminarUn relato muy propio de verano.
Si es que algunas veces los trámites son innecesarios y contraproducentes. Algunas veces envolver el regalo en hermosos papeles de colores es contraproducente.
ResponderEliminarCuando la pasión es irrefrenable, no conviene frenarla.
Para que surja la chispa solo son necesarias dos cosas: la soledad del uno y el otro y una buena música. Entiendo que finalmente no pudieran resistirse, la sensualidad de sus cuerpos al son de Tito... Por cierto, por un momento pensé que llevados por la pasión se arrojarían a ese colchón custodiado por el contenedor de la basura.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es lo que tiene el verano, da rienda suelta al desenfreno. Un abrazo, Ángeles
ResponderEliminarAy Ángeles!!! Esas personas que no saben lo que tienen hasta que lo pierden.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho y nos has hecho imaginar cada momento de esta pareja.
Ángeles, por un momento nos engañó el colchón, e imaginamos ese desenfreno colmado de hormonas, desatado en plena calle, cubiertos unicamente por una noche sin estrellas. No te atreviste, no sabemos si a escribirlo o a contarlo. He puesto un CD de Tito mientras leía el relato por segunda vez, y...suena muy bien. Las bicicletas son para el verano, pero donde se ponga un buen colchón...que se quiten los pedales...
ResponderEliminarUn abrazo
¡Ay, los conciertos de verano! ¡Cuántos encuentros, desencuentros y reencuentros! Y a veces resultan maravillosos.
ResponderEliminarBesos, Ángeles y disfruta del momento.
O sea que "cosquillas en la boca del estómago y calambres en las piernas"...siempre deseo experimentar la vida de otro, sobre todo de aquellos sin responsabilidades aparentes. Pero también me pregunto acerca de las sensaciones femeninas.
ResponderEliminarYo recuerdo las cosquillas en las piernas pero no los calambres en el estómago. Casi lo contrario.
Gracias por el conocimiento.
Besos.
A mí también me engañó este colchón. No encuentro ningún disco de Tito Puentes pero estoy gritando ¡ole! ¡Ole, ole ole! para ti, Mercedes y por todas las Noches de España.
ResponderEliminarPues sí, por asociación de ideas caímos todos en el colchón.
ResponderEliminarLo que hace el calor del verano, la noche loca y la música de Tito Puente.
Gracias a todos por vuestros comentarios.
ResponderEliminarSi el colchón hubiera estado más limpio y menos expuesto...pero, ya sabéis que la imaginación juega con esa ventaja: que es libre (LIBRE ASOCIACIÓN DE IDEAS).
De eso saben bastante los psiquiatras.
Abrazos cálidos y calurosos de Á.
Siempre es mejor esperar y saber hacer las cosas de forma que, como mínimo dejen algo que recordar con cariño, simpatía, etc, etc pero sin vergüenza. ¿Qué hubiesen pensado de ellos mismos y del otro de haber caído allí mismo?
ResponderEliminarMmmmmmmm! Esa música... caliente, caliente...
ResponderEliminarLa música, el verano... pura sensualidad.
Me ha encantado