Bing Crosby eligió su hierro cinco, se situó frente a su pequeña bola blanca y se despidió de este mundo dando un magnífico golpe en el hoyo 18 del Club de Golf de La Moraleja. Hay que reconocer que no es una mala forma de marcharse con la mayoría.
Lo trasladaron al Hospital de la Cruz Roja de Madrid que vio alterada su rutina con la aparición de cámaras, fotógrafos y periodistas.
Sus abogados americanos se pusieron en contacto con el gerente del hospital para que agilizara los trámites y repatriar el cadáver lo antes posible. Surgió entonces un contratiempo, un pequeño problema: el médico de guardia se negaba a firmar el certificado de defunción. Le hicieron ver que con su actitud retrasaba la recuperación de la tranquilidad del hospital. No hubo manera de convencerle. Le preguntaban el motivo de su negativa y el doctor no soltaba prenda.
Ya en su casa el médico de guardia se sirvió una ginebra y arrellanado en su sillón
comenzó a recordar un suceso ocurrido en su infancia.
comenzó a recordar un suceso ocurrido en su infancia.
Su padre era el médico de un próspero pueblo vinícola. Un médico tan respetado por sus vecinos que incluso una céntrica calle del pueblo quedó bautizada con su nombre.
Allí vivía también una familia conocida como "los ratas" que tenían una niña pequeña postrada en cama. Una vez al mes acudían a la farmacia y retiraban una pócima que preparaba el boticario para aliviar los dolores de la enferma.
Uno de esos días se acercaron a la farmacia y pidieron como siempre "la medicina de la ratica". El boticario estaba ausente en ese momento y le atendió un recién contratado mancebo que al oír lo de la ratica le despachó un raticida.
Al poco tiempo la niña murió. El médico del pueblo presionado por el boticario y por la propia familia de los ratas -a los que la autopsia les parecía una profanación-, firmó el certificado de defunción explicando aquella muerte como una consecuencia lógica de la enfermedad que padecía y silenciando el asunto del raticida.
Un prestigioso abogado presionó a los padres para que denunciaran los hechos y obtener así una cuantiosa indemnización. Ya sabemos que el dinero es muy amable y los ratas sucumbieron a su encanto. Se desenterró a la niña, se le practicó la autopsia y se supo la verdad. Las consecuencias para el médico del pueblo son fáciles de imaginar.
El médico de guardia del Hospital de la Cruz Roja de Madrid entre trago y trago de Martin Miller's pensaba en su padre, en la ratica, en Bing Crosby... y en sus abogados americanos.
Texto: Manrique Cos Tejada
Narración: La Voz Silenciosa
Narración: La Voz Silenciosa
Hay vidas marcadas desde la infancia. Sí mejor ser siempre un profesional.
ResponderEliminarUn error que acaba con una vida.
ResponderEliminarLos apodos de los pueblos marcan, y aquí existe un claro ejemplo.
Muy buen relato, Manrique.
Me encanta leerte en La Esfera. Eres un crack.
Besazos.
"arrellanado en su sillón" con esta frase tan cotidiana de la posición del médico evoca con una enorme sensibilidad aquel suceso tan luctuoso.
ResponderEliminarUna narración esplendida valiéndose de un hecho vivido en una guardia de un hospital, que para nada fue vulgar, ya que "el que se fue con la mayoría", lo hizo con la pompa del tamaño preciso.La diferencia, el poder y la fama que no iguala ni siquiera en la muerte....
Me ha gustado verte girando en La ESfera, espero que no sea sólo la primera vez. Amigo, escribes muy bien.No sólo correctamente.
Besicos.
No hay nada que nos produzca mayor paz que el cumplir con nuestro deber, Amando, amigo.Por ejemnplo, si me levanto un día y no veo un nuevo escrito tuyo, pierdo mi paz. así que ¡a cumplir con tu deber!. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarAsí se escribe la historia, dando por supuesto que todo significa siempre lo mismo.
ResponderEliminarCreo que no me voy a olvidar nunca de "la medicina de la ratica", por si las moscas.
Magnífico relato donde con gran fuerza descriptiva hilvanas magistralmente dos hechos luctuosos muy diferentes y distantes en el tiempo, creando distintas atmósferas que dotan de gran plasticidad la narración. Que sea el comienzo de tu andadura editorial. Un abrazo.
ResponderEliminarMagnifico relato, maestro, no por conocido menos interesante. Animo y a escalar las dulces laderas del Olimpo.
ResponderEliminarNo hay nada como tener buenos amigos, "...el resto es selva".
ResponderEliminarGracias Amando, Isabel, Cabopá,Fernando, Ana J. y los Marianos.
Un abrazo.
Sabes que me gusta leerte, también aquí.Un beso.
ResponderEliminarGracias Glorieta, eres un sol.
ResponderEliminarUn beso.
Me ha gustado leerte, un saludo.
ResponderEliminarGracias Nuria, eres muy amable.
ResponderEliminarDestaco sobre todo cómo enganchas desde el principio, recurriendo a la ya consabida curiosidad crónica que tenemos todos los humanos, clavado en un gen de no se donde de cualquier parte de nuestro genoma humano. No pude dejar de leer hasta deshacer el entuerto. Enhorabuena. Me ha gustado
ResponderEliminarMiguel Ángel eso de que mi relato enganche es un piropo que agradezco.
ResponderEliminarUn saludo.
Un relato con aparente olor a crónica. Huele a escritor periodístico. De aquellos periodistas de oficio y vida, de máquina de escribir y olor a alcohol.
ResponderEliminarBienvenido a La Esfera,Thornton.
felicidades.
FranCo lo del alcohol es culpa de esos amigos que tengo -amigos que dan sed-. Si te asomas por el Thornton Club verás que no miento.
ResponderEliminarGracias por tu comentario y por tu bienvenida.
Un saludo.
José Francisco también quiero darte a ti las gracias por la lectura de Ratica. Los dos alfonsinos, casi na.
ResponderEliminarUn saludo.
Me ha encantado el relato, engancha. No dejas un buen relato para la Esfera.
ResponderEliminarEres total, querido Manrique. No veas la alegre sorpresa que me ha dado verte y leerte, en este planeta de letras.
ResponderEliminarVuelvo a decirte: ¡Qué requetebien escribes!
Un abrazo grande y feliz.
Dacil martin gracias por leerme y por opinar. Un saludo.
ResponderEliminarVirgi como decía el poeta a las palabras de amor les sienta bien su poquito de exageración. Te agradezco el comentario tan cariñoso que me dedicas.
ResponderEliminarUn beso.
Un relato escrito por un maestro. Te atrapa y no te suelta hasta el final. Felicidades.
ResponderEliminarMás palabras de amor.
ResponderEliminarUn saludo.
Un magnífico relato, que atrapa, que te va llevando intensificando su lectura. Curioso formato, al igual que los compañeros observo un ramalazo de crónica periodística, pero con una salvedad que sabes contar la historia muy bien.
ResponderEliminarEnhorabuena por esta ratica.
Gracias Inma por tu comentario.
ResponderEliminarUn saludo.
Buen texto que nos balancea en esa doble historia de errores y muertes con un final paradójico.
ResponderEliminarGracias Marcos por comentar mi texto. Un saludo.
ResponderEliminarMe encanta tu relato. Qué peligrosas pueden llegar a ser las palabras.
ResponderEliminarBuen relato. Siendo breve nos regala planteamiento, nudo y desenlace. Le felicito.
ResponderEliminarGracias Pilar. Veo que sigues siendo la presidenta de mi club de fans.
ResponderEliminarUn beso.
Cine esas palabras suenan de forma muy agradable en mis oídos. Gracias mil.
ResponderEliminar