Foto de Francesca Woodman |
escuchas confesiones en horizontal,
secretos de estados bananeros
que abanderan pendones
rojos, húmedos y caducos.
Taxi libre y gratis,
prometes viaje de ida y vuelta.
Guía de camas virtuales
y corazones móviles,
sin derecho a primer beso
ni a remordimientos,
dejas tu cruz
junto a los condones.
Sales, algo más sucia, del armario de otras vidas
donde siempre lo fuiste.
Susurros pecaminosos te nombran reina
de pasarelas de papel.
No son suficientes las salpicaduras de placer
para tus orgasmos vacíos.
Qué lejos queda París de tu esquina.
Te regalas perfumes
convencida de que nadie te amará
tanto como tú te odias.
© Anabel
Impresionante poema desgarrado y desgarrador. La vida es así de dura en tantas ocasiones y más que vida parece una selva inhabitable. Todo sirve para la supervivencia, aunque sea para odiarse.
ResponderEliminar¡Ah puta vida la que les toca vivir a algunas! Poema desgarrador, pero preciso.
ResponderEliminar¡ Como me duelen las vidas desgarradas! ¿Cuantos capitulos de dolor, desprecio y desamparo hacen falta para llegar a esa vida?
ResponderEliminarPolíglota muda, que buen inicio. Que buena definición. Cuantos aciertos en estos versos, para disfrutar en cada renglón.
ResponderEliminarNadie te amará tanto como tú te odias. Definitivo.
Exquisitamente duro.
ResponderEliminarCoincido con FranCo. Me quedo con esos dos versos finales.
Gracias a todos.
ResponderEliminarSaludos,
Anabel
Pero qué bien lo lees José Francisco... Qué bien has sabido parar y "repronunciar" las palabras claves.
ResponderEliminarGracias, tu voz me revaloriza,
Anabel