07 junio, 2012
Las tardes
En la azotea tenía plantados preciosos geranios. Si sobraba algún espacio, menta y perejil.
La luz del sol por la ventana al mediodía, se reflejaba en el techo; me quedaba despierta contemplando el carrusel de luces recorriendo la habitación medio en penumbra.
Los martes y miércoles el pastor visitaba la casa, y la oración culminaba las tardes.
No hay día en que no recuerde aquel entrañable hogar. Cierro los ojos y oro, mientras, vuelvo a cerrar la cajita donde conservo su sonrisa.
Texto: Maria Estevez
Narración: La Voz Silenciosa
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Tardes que atrapan, sin duda. Me resulta inquietante y a la vez, muy atractivo.
ResponderEliminarUn beso, María.
Agradezco tus palabras, Isolda
ResponderEliminarUn beso
Estoy en los últimos días o semanas buscando ese silencio de la contemplación, esa oración que culmine las tardes.
ResponderEliminarMe parece muy atractivo, y al tiempo misterioso.
Delicado, nostálgico, apacible texto.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Armando, Ana: Muchas gracias por comentar
ResponderEliminarUn abrazo
Un texto evocador, nostálgico, que transmite añoranzas.
ResponderEliminarFelicidades.
Muy amable, Isabel
ResponderEliminarUn abrazo
Todos tenemos encerrado, celosos de las miradas curiosas, el rincón que quisiéramos perpetuar. Tú lo has descrito con solvencia, dejándonos por un momento estar sentados a tu lado. Enhorabuena María.
ResponderEliminarGracias Miguel Ángel, eres muy amable
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