Me sobra la niebla de las miradas oscuras,
los gestos grandilocuentes
y las malas intenciones.
Me sobra la luz mortecina de la decepción,
la estulticia del arrogante,
la estupidez generalizada,
la ausencia de rigor,
la desidia cotidiana.
Me sobra aquel que confunde
churras con merinas y se cree un genio,
el que la hace y no la paga,
el que se imagina único habitante del mundo
y escribe con faltas de ortografía,
el que malgasta su tiempo
y hace malgastar el de los demás.
Me sobra la mentira tanto como la desconsideración,
la cobardía en los sentimientos
y la falta de entusiasmo.
Fuego,
siembra pavesas purificadoras
con estas semillas del mal,
para recoger el fruto de los sueños
y la mezcla ardiente de todos los deseos.
siembra pavesas purificadoras
con estas semillas del mal,
para recoger el fruto de los sueños
y la mezcla ardiente de todos los deseos.
Texto: Anabel
Narración. La Voz Silenciosa
Narración. La Voz Silenciosa
Me adhiero a tu manifiesto y a tu ruego.
ResponderEliminarQué hondo me has llegado, Anabel.
Un beso.
En las vísperas de San Juan, hermoso poema (lo hermoso no siempre es agradable). El fuego que purifique todo lo que criticas, todas esas cosas que nos sobran.
ResponderEliminarComo siempre, Anabel, escrito con las tripas.
Enhorabuena.
Capas y capas de espeso lodo
ResponderEliminarMe encantó
Un abrazo
Enterito se quemó. Ardió bien.
ResponderEliminarGracias.
Saludos,
Anabel
Me ha encantado tu declaración, ardiente y apasionada, como todo lo que sale de tu cabeza y tu corazón.
ResponderEliminarUn abrazo enorme.
Reflexionando me quedo sobre la estulticia y sobre y sobre esos únicos habitantes del mundo.
ResponderEliminarPegado se me queda.