28 julio, 2012
El ascensor
Ya había recogido media docena de ellos. Eran unas notas adhesivas de oficina, solía encontrarlas algunos días en la cabina del ascensor. Breves, muy breves. Comprobé que se trataban de preciosos haikus. Y una flor sencilla, naif, casi infantil, bajo el poema.
Pensé en decírselo a Marga, mi amiga del quinto, porque estaba convencida de que se trataba del escritor famosillo del ático que tanto nos gusta. Pero Marga, que es mucho más extrovertida que yo, ya intentó seducirle sin éxito en la fiesta de inauguración que celebró cuando se instaló, y me avergonzaba compartir la ilusión de que esas notas pudieran ser para mí. Cada una de esas palabra tenía sentido.
baja y sube
mi corazón de lluvia
como una nube
Y veía nuestros trayectos comunes en el ascensor, e incluso la idea de vivir y movernos en un mismo espacio cuando decía
nada parecen
y en la misma pecera
nadan dos peces
Ayer, mientras descendía el ascensor, el portero salió de la cabina, me saludó, y esperó junto a mí. Era la primera vez que le veía de cerca, porque lo único que me había mostrado hasta entonces era su total indiferencia y una calva incipiente, mientras hacía crucigramas permanentemente.
Entramos en el ascensor. Había una de esas notas. Disimulé.
—¿Ves lo que hay dibujado debajo del poema? –me preguntó de improviso señalando la nota.
—Perdona, no sé de qué me hablas…
—¿Tú te llamas Margarita? – me preguntó.
—No.
—Pues entonces deja los putos papelitos en su sitio.
Texto: Juan Antonio Moran Sanromán
Narración: La Voz Silenciosa
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Creativo¡¡¡
ResponderEliminarMuy clarito y sin artificios. Directo al grano, como la historia requiere.
ResponderEliminarMalos haikus, muy buena historia y mejor final.
ResponderEliminarLa narración, estupenda.
Me ha gustado, creo que me voy a animar
ResponderEliminarJeje, qué bueno. En esta convocatoria el jurado lo va a tener duro. Me ha gustado mucho el giro que le das al relato. Suerte.
ResponderEliminarNada fácil nos lo pones a los demás. Muy bueno, felicidades!
ResponderEliminarPobrecillo, además de borde-y calvo, aunque sea incipiente-es mal poeta; tu prota me temo que con sus brusquedades ha perdido una ocasión de oro en eso de la conquista del sexo opuesto. Jajaja. El final es estupendo, como el principio y como el medio. Hala, seguro que ya has adivinado que me ha gustado mucho tu relato.
ResponderEliminarUn abrazo
Paloma Hidalgo
graaaaacias por los comentarios; tanto el protagonista como yo parece que somos malos poetas... me lo temía...
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