06 julio, 2012
Vecinos
Estoy feliz por haber comprado esta casa. Al principio mostré mis reticencias, pero finalmente mi marido me convenció y ahora vivimos en esta urbanización como dos marqueses. Con lo caro que está el metro cuadrado en España, doy gracias a Dios por haber encontrado semejante chollo. Oportunidades así solo ocurren una vez en la vida. Un millón doscientas mil pesetas nos costó en su tiempo. Menuda ganga.
Llevamos aquí más de veinte años y conocemos de sobra a todos los vecinos. Ahora están ampliando la urbanización. Se espera que en breve vengan muchos más inquilinos. El sitio es tranquilo, acogedor. Se respira paz y mucha tranquilidad, nada que ver con esas grandes ciudades plagadas de contaminación acústica y tráfico por todos los sitios.
La mayoría de los residentes son personas encantadoras. Están Laura y José, un matrimonio de Valladolid que llegó hace poco, pero con los que hemos trabado una gran amistad. Inés es mi mejor amiga y vive sola. Algunas tardes recibe la visita inesperada de su hija. Ella no suele quedarse mucho tiempo y con frecuencia se va llorando. Aunque Inés
lo niegue, sé de sobra que no se llevan demasiado bien. Es lo que tienen las relaciones entre padres e hijos. En ocasiones son muy difíciles.
A mi marido le gusta este lugar porque aquí reside gente de bien, personas sin prejuicios y de diferente condición social. Justo enfrente hay un escritor; pero también un médico, dos ejecutivos, un diseñador gráfico, una profesora de inglés, un exministro y hasta un yonqui. Pero no existe ninguna trifulca con él porque dice que está totalmente rehabilitado, que jamás volverá a probar las drogas. Sostiene que ésas son historias del pasado.
Quizá el único inconveniente que le veo a nuestro hogar es que es un poco pequeño y algo estrecho, pero eso se compensa con la calma y el silencio que reina en todo el barrio. Antiguamente, algunas parejas saltaban la verja de la urbanización por la noche y se dejaban llevar por la efusividad del momento tumbados en el césped. A veces, olvidaban llevarse los preservativos con regalo y las litronas de cerveza. Lo ensuciaban todo, pero el problema se solucionó cuando contrataron a Luis, el vigilante que vela por nuestra seguridad. Todas las noches patrulla por los alrededores y nos sentimos mucho más protegidos.
Hace poco, supe que mi hermano quiere venir a vivir con nosotros. Está harto de sus nietos y de que sus hijos le trasladen de una residencia a otra. Sé que en este lugar encajará muy bien, lo presiento. Aunque antes será imprescindible acometer una serie de reformas para ampliar nuestro hogar y esperar, a que de una vez por todas, termine con él ese dichoso cáncer de pulmón.
Texto: Rubén Gozalo
Narración: La Voz Silenciosa
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Me he divertido mucho. Una narración en principio tranquila y feliz que va soltando perlitas a troche y moche, como debe ser en una comunidad de vecinos que se precie. La última, para acabar de rematar la historia y, nunca mejor dicho. Un beso, Rubén.
ResponderEliminarRubén tu relato no tiene desperdicio, al principio parecía una comunidad normal, pero ya hacia la mitad empiezas a sospechar que algo no va bien, uf, el final, ese final pone el broche y te saca de dudas.
ResponderEliminarUn lugar muy tranquilo, sí señor.
Saludos desde mi mar,
Mucha paz, si señor, mucha.
ResponderEliminarUn placer leerte..
Una casa de vecinos muy especial. Me ha gustado mucho. Felicidades.
ResponderEliminarAquí Paz y después gloria jaja. Qué chollo, sí. Me he divertido leyéndote.
ResponderEliminarSaludos
Es lo que tienen los dichosos cánceres que te retrasan los planes... Divertido y original enfoque. Desdramatizar una situación para dibujar una sonrisa al lector: gracias.
ResponderEliminarSaludos, Rubén.
Divertido relato. Hacia la mitad empiezas a pensar...uy, y al final el cáncer de pulmón y la estrechez lo aclaran todo.
ResponderEliminarFelicidades!
Un final no esperado. En una sola frase cobra sentido toda la narración anterior. ¡Que paz en esa urbanización y que estrechita la casa!.
ResponderEliminarFelicidades Rubén por tu aportación a la portería.
De momento es el mejor de la portería. Parece una escena idílica de una urbanización del extrarradio, en ningún momento te adelanta nada de lo que está por venir y al final te revela dulcemente lo que hay al otro lado. Mi enhorabuena. Es claro, conciso, no se pierde en frases que no llevan a nada y todo lo que cuenta tiene un sentido. El final te hace ver todo con una nueva perspectiva. Gracias.
ResponderEliminarMenuda paz! Final con sorpresa. Bien relatado.
ResponderEliminarToda la historia transcurre con placentera lectura hasta que surge lo del hogar "pequeño y estrecho", en ese momento supuse que estaban muertos. Está muy bien contada esta historia y con ese final que lo aclara. Venga, aunque muerta, esa mujer da con el perfil de portera clásico. Un placer leer desde afuera este relato.
ResponderEliminarMe ha gustado esta comunidad. Un enfoque diferente.
ResponderEliminarUn +1, Rubén.