Un loco tiene una mancha violácea marcada en la frente desde el nacimiento. Él no lo sabe, pero allí lleva inscripta, en una lengua olvidada, la fórmula de la felicidad. Como le disgusta ese tatuaje involuntario, lo cubre con una vincha de tenis blanca que no se quita nunca, ni siquiera en absoluta soledad.
Los vecinos, sin conocer el secreto, se burlan a sus espaldas cada vez que sale a caminar con el atuendo en la cabeza. Por suerte, su demencia le permite mantenerse alejado de las críticas y seguir viviendo en su universo perfecto. Allí, la fórmula surte efecto: el loco sonríe con entusiasmo y plena felicidad.
Texto: Martín Gardella
Narración: La Voz Silenciosa
Narración: La Voz Silenciosa
No somos todos un poco como ese loco, que intentamos esconder lo que no nos gusta de nosotros mismos y solo conseguimos que resalte aún más?
ResponderEliminarSi es que no hay necesidad de mostrarse más que a uno mismo.
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