Un público marmóreo rompió el silencio,
la palabra se hizo ruido, aspaviento.
Mientras un piano negro entonaba el himno,
eco, de unos viejos tiempos de cristal.
Sin prejuicio voceaba un orador artificial,
recordándome un añejo bodegón -cuadro en la pared-
y dentro de él, una maceta de gloriosas almas
marchitas, y una codorniz atravesada por un punzón
teñido de nuestro rojo;
La tenue luz de la lámpara lagrimal, nos llueve,
acallando nuestras voces ante la inmovilidad de un tiempo,
que ya dejó de ser nuestro.
Texto: Ramón María Vadillo
+ retos aquí
"La tenue luz de la lámpara lagrimal, nos llueve,
ResponderEliminaracallando nuestras voces ante la inmovilidad de un tiempo,
que ya dejó de ser nuestro"
Me gusta. Felicidades Ramón.
Un saludo.
Son tiempos duros y muy difíciles, Isabel y lo peor es que parece que aún se alargarán en el tiempo, en fin;
ResponderEliminarGracias Isabel por comentar y lo más importante por leerme.
Un saludo
ResponderEliminar"Sin prejuicio voceaba un orador artificial,
recordándome un añejo bodegón "
Muy buen recurso el del viejo bodegón para incluir esas imágenes tantas veces vistas como la perdiz y las macetas.
Enhorabuena Ramón