Junto a la lámpara se suicidan
Razón y Deseo, fugitivos.
Grito de codorniz sobre silencio suspendido
dentro de la artificial soledad donde se incineran
restos de mi prejuicio aniquilado.
Hay un rojo ruido en la noche,
sólo un piano invade los sentidos nómades,
penetra como un punzón por los pies
al llenar vacías horas sin regreso.
¿Dónde tu labio público sorprenderá
la piel hervida en los retazos
del cuadro de olvido?
Dispongo de la brújula
para guiar un negro verso nocturno,
maceta de Jazmines, Violetas o Narcisos
sobre una palabra ocres, que sucumbe
y el armario marmóreo
que ya huele a cenizas.
Texto: Daniel Adrian
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