El silencio me permite escuchar a través de la pared, lo que es público; aquello que sucede en el piso contiguo, de lo que se hace eco el vecindario. Oigo ruido, un cristal roto, la maceta artificial -esa que veo cada día al asomarme- cae a la calle junto al cuadro y la codorniz disecada; tengo un prejuicio, lo confieso: los cazadores, no me gustan.
Me siento al piano, junto a la lámpara, un presagio negro como un nubarrón, pasa por mi mente. Una palabra me saca de estos pensamientos, más bien un grito: Auxilio!
Sé lo que me voy a encontrar. Una mujer marmórea, un punzón en la garganta y el suelo regado de rojo. No me muevo, me quedo dentro, acobardado.
Texto: Isolda
+ retos aquí
Tétrico texto, interesante.
ResponderEliminarSaludo
Gracias, Ramón. Anteayer murió una mujer a manos de su pareja con un punzón en la garganta. Ya ves, la realidad siempre supera a la ficción.
ResponderEliminarBesos.
Sí, la realidad supera la ficción. Pero tu ficción está genialmente narrada
ResponderEliminarabrazos y ¡felicidades!
ResponderEliminarAmiga, desgraciadamente lo has bordado. La realidad, la triste y cruda realidad es esa.
Narras una realidad, que desafortunadamente es universal, pero no por ello menos alarmante y terrorífica.
ResponderEliminarExcelente tu pluma y verbo. Un abrazo inmenso
Maffi
Querida amiga, narras con maestría una realidad que, desafortunadamente, es universal, pero no por ello menos terrorífica y grave.
ResponderEliminarExcelente tu pluma y verbo
Un gran abrazo.
Maffi