06 noviembre, 2012
Equilibrios
A Emilio le gustaba moverse en dos ruedas, desde siempre, manteniendo el equilibrio. Sí, su vida había sido un constante tratar de mantener el equilibrio, quizá para compensar el desequilibrio inestable en que se malmantenía su casa. A su madre le costaba equilibrarse, había que ingeniárselas para intentar que por lo menos se sujetara en sus dos piernas de forma autónoma, había que apuntalarla continuamente. Así consiguió tenerlos a todos de bastón para no tener que esforzarse ni en eso, en mantenerse erguida por sus propios pies. Si la dejaban, se quedaba a vegetar en la cama todo el día, pero a costa de que cada uno estuviera convenientemente informado de lo que sufría por culpa de lo poco que la entendía su familia, de lo poco que entendían su dolor, que por otra parte nunca explicó. Sufridora víctima de sí misma que extendió lo que le permitieron.
Emilio se subió a un dos ruedas en cuanto se lo pudo costear y se fue a vivir a otra ciudad, tratando de equilibrar tanto desequilibrio. Pronto conoció a Luisa, su amada Luisa, con la que estableció una tortuosa relación del hoy sí, mañana no, y pasado nos reconciliamos apasionadamente porque lo nuestro es amor verdadero, ese que te hará sufrir –el otro es amor de segunda clase–. Así fueron tejiendo una relación desquiciada que incluso a Emilio, hecho a los malabarismos psicológicos, le costaba estabilizar mínimamente para poder llevar una vida algo organizada.
Hasta que un día la vio, fue como una revelación, se le mostró brillante, reluciente al sol que despuntaba la primavera. Sugería alegrías sin lastres emocionales, seducía sin tapujos, segura de sí misma. Invitaba a dejarse transportar a cualquier parte, qué más daba, los caminos de la libertad son infinitos, era cuestión de tomar uno y echarse a andar. Lo decidió enseguida, sin dudas, y se fue a por ella.
Entró en la tienda y salió estrenando la deslumbrante Harley Davidson de sus sueños. Se marchó haciendo equilibrios nuevamente hacia la siguiente ciudad.
Su madre nunca le perdonó tanta infidelidad.
Para Carlos
Texto: Ángeles Jiménez
Narración: La Voz Silenciosa
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Original manera de plantear la dicotomía equilibrio/desequilibrio.
ResponderEliminarUn saludo desde mi imaginaria moto.
Nuria R.
Me encanta tu forma de retratar esas realidades cotidianas, Ángeles. Y la forma en que las rematas.
ResponderEliminarEscucharlas en la Voz es todo lo que se puede pedir.
Hay momentos en que los chantajes emocionales concluyen... En demasiados casos se necesita una moto venida de fuera para que seamos capaces de romper con ellos.
ResponderEliminarÁngeles, muy bien pilotado. :))
Gracias, esféricos, si es que cuando toca lanzarse, hay que hacerlo a toda velocidad, sin mirar atrás.
ResponderEliminarGracias a La Voz.
Besos a todos
Y a ti Ángeles. Me he motorizado contigo. Un Harley uffff casi nada. El sueño de mi vida.
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