El día que me regaló el reloj, como si fuera el mejor obsequio del mundo, abrió una brecha en nuestra relación.
Prisionera del tiempo, esposada a su cadena, mi vida se escurría entre sus manecillas y él ya no rezongaba por mi impuntualidad.
Cuando le abandoné, le dejé el reloj junto a unas palabras de despedida:
“El tiempo se acabó”.
Texto: Chelo Roldán
Narración: La Voz Silenciosa
Bello relato,
ResponderEliminarcontundente y firme, con el tiempo no se juega...
Besicos
Nunca mejor dicho. Me gustó la intensa brevedad de tu micro.
ResponderEliminarun abrazo
Hay que tener cuidado con los regalos, pero mucho cuidado.
ResponderEliminarSólido, elegante, preciso. Más que un relato es un reloj suizo. Excelente.
ResponderEliminarEl empeño de algunos por controlar, que a veces solo contribuye a que les salga el tiro por la culata.
ResponderEliminarBuen micro.
Control en un pequeño reloj de pulsera. Buen micro.
ResponderEliminarBuen micro, preciso como un reloj, como dice Marcos. Y es que hay gente que cree poseer el amor con regalos. Qué ilusos.
ResponderEliminarEstupendo micro, Chelo, preciso y redondo como La Esfera. Cierto, cuidado con el tiempo, es nuestro bien más preciado, hay que saber en qué y con quién se administra.
ResponderEliminarNo hay nada como regalar un reloj. Significa mucho.
ResponderEliminarY mejor si es Suizo.
Vuestros comentarios son el alimento de mi imaginación, y no la arena que marca los segundos que se desvanecen.
ResponderEliminarSon un impulso para seguir, no una imposición para detenerme.
Asi que gracias a todos por vuestras palabras y por vuestro ánimo. Ambos son el motor de mi inspiración.
Apenas seis líneas y una sentencia. No recuerdo que nunca jamás las primeras seis líneas me hayan deseado tanto seguir leyendo. ¡Te animo a que lo conviertas en un libro de, por lo menos, 300 páginas! Quiero saber qué fue de la protagonista y qué cara se le quedó a él. Y cómo era aquel tipo y si hubo algún otro motivo para abandonarle que un equivocado y tiránico regalo.
ResponderEliminar