22 enero, 2013
La suegra de mi cuñada
¡Ay, Dios mío! Que yo con lo mío ya tengo bastante para que ahora me vengan estas dos con discusiones familiares; que los asuntos de la familia se lavan en casa y no en el internet –me enteré porque me hice del Facebook en el curso de la Asociación del año pasado, que si no, lo sabe todo el mundo menos yo–; que llevo varios días con la tensión disparatada que mi médico no sabe ya ni qué hacerme, porque lo mío es un caso particular, él mismo me lo ha dicho; y del azúcar no hablemos, no me baja de doscientos desde hace un mes –Don Paco, el médico, dice que también puede ser de los turrones, pero yo no creo porque todos me los comí sin azúcar, lo mío es de los nervios–. Y mi Arturito sin saber nada, el pobre, no tiene tiempo ni de hacerse del Facebook con tanto trabajo. En eso tiene razón mi Aurorita, que en esa casa hay muchos gastos, él tendría que poner un tope para que a mi nuera no se le vayan las manos con las tarjetas, porque ella buena sí es, pero ahorradora, poco. Lo que buena sí, hay que ver lo preocupada que estuvo cuando ingresaron a mi Florencio, o estos días que yo he estado peor de lo mío, ella llama todos los días, lo que no pasa por los niños, por si se les pueda pegar algo –aunque Don Paco dice que lo mío no se pega–. Buena sí, pero callejera también, que tiene esos niños dejados de la mano, y en la casa ni las camas hace, todo el día por ahí, pegada al móvil, yo a veces pienso que con
quién hablará tanto. Y mi Arturito sin enterarse, trabajando de sol a sol, tanto que a veces se viene a dormir a casa, que de tan tarde que termina no quiere llegar a la suya para no despertarla. Yo le dije el otro día que dejara aquí una muda por si le surgía un imprevisto y me hizo caso. Además, Silvia le plancha mucho mejor las camisas, vas a comparar. Así que ahora, cuando termina tarde de las reuniones, a veces incluso de madrugada, el pobre, pues se queda en casa, y por las mañanas, que siempre se levanta con dolor de cabeza, le hago su juguito de naranja, –que en su casa no le hacen porque es él quien prepara el desayuno, el pobre, con lo cansado que está– y se va al trabajo con otro temple. En fin, voy a ver si no se entera de nada, que ya bastante tiene con lo suyo, ¿alguien se sabe el correo del de Facebook que le quiero escribir para que borre a esas dos locas, que son un peligro?
Texto: Ángeles Jiménez
Narración: La Voz Silenciosa
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Me voy a pedir sitio para la cena de Navidad de esa familia. Así ya estamos todos.
ResponderEliminarCreo que va a resultar una novela de relatos cortos. Piénsalo, Angeles.
ResponderEliminarY yo que la nuera dejaría de hablar con el móvil, Arturito trabaja en exceso... :))
¡Que bueno! ja..ja podías hacer un libro Angeles, porque habrá que saber la opinión del pobre Arturito.Un esclavo el pobre hombre, ¡ay si no fuera por esa madre!
ResponderEliminarMe lo he pasado muy bien gracias por este buen rato. Un saludo
Me encantan cada vez tus relatos de cuñadas y suegras, escritos en un español que no sé hablar.Muchas ideas divertidas y mucho sentido de la observación.
ResponderEliminarMe chifla, qué divertido!
ResponderEliminarPoco a poco vamos conociendo a todos los miembros de la familia y vamos conociendo sus entresijos.
ResponderEliminarSi invitas a FranCo a la cena de Navidad, no te olvides de mí, que mira que luego me da pelusa.
Esta familia no tiene desperdicio, yo más que ir a esa cena la grabaría, no me fuera a tocar alguna torta.
ResponderEliminarDivertidísima saga.
Gracias, chicos, a este paso este serial se va a convertir en una saga, ustedes sabrán cuando quieren que pare.
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