Cada trazo que explota en el papel
acristalado, enjaulado, luminoso, no es un pequeño suspiro de los botones
impresos aplastados por mis dedos inexpertos. El pixel más pequeño, el primero
que aparece en un nanosegundo, el que rompe las dudas y miedos, el que perfila
la alegría y expectativas, es una bola de nieve que ha girado por una larga
cuesta recogiendo a su paso las experiencias, dulces, agrias, conocidas y
ocultas, enmarañadas sin un sentido final definido. Todos los que por detrás se
atropellan para escoltarlo han horadado los conocimientos confundidos entre los
sueños. Van salpicando, sedimentando sin censura toda la realidad, la fantasía
arrancada, van uniéndose sin pudor formando líneas de letras uniformadas,
ejércitos de palabras perfectamente dirigidas en el espacio, colgadas sin vida
propia, sin borrones ni detalles humanos en sus facciones, borrachas de
imaginación como sus gemelas en pergaminos, compitiendo en plenitud de pasión
con pictogramas, fantasmas sin guiños perceptibles una a una, bordando llamas
de expresión con todos sus sarmientos entrelazados. Cada trazo es una huella,
cada historia es una sinuosa travesía entre farallones de ilusión y biografía.
Texto: Ignacio Alvarez Ilzarbe
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por contribuir con tus comentarios y tu punto de vista.
Los componentes de La Esfera te saludan y esperan verte a menudo por aquí.
Ésta es tu casa.