Texto: Ignacio Álvarez Ilzarbe.
15 febrero, 2013
Autoterapia
No debes llorar solo, ahorras abrazos perdiendo consuelo. Las lágrimas humedecen el dorso de tu mano sin erosionar cauces de empatía. Tu mirada se pierde en un horizonte miope evitando el reflejo en cálidas pupilas. Vuelan las pestañas al ritmo de los saltos de tu pecho y no se aprietan al ritmo de otro más tranquilo. No estrechas entre tus manos el amparo ciego haciéndolas deambular nerviosas sin sitio. Apoya tu hombro entre mi rostro, que nuestras espaldas se toquen a través de nuestro abrazo y déjame que te enseñe con un ejemplo largo, largo, sin prisa.
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Por suerte o por desgracia, yo no sé llorar solo.
ResponderEliminarPreciosas palabras. Muy humanas.
Abrazo
Yo suelo llorar sólo, pero no es sano. Mejor en compañía desde luego. Pero hay tan pocos hombros realmente consoladores. Muy poética imagen. Enhorabuena
ResponderEliminarLlorar solo o no llorar solo, that is the question.
ResponderEliminarSupongo que cada situación requiere una acción. No siempre tienes el hombro adecuado o se presenta en el momento propicio.