04 febrero, 2013

Planta cero, puerta catorce


Ya no habría marcha atrás. El corazón quería salir de un salto y un sudor frío rezumaba por los rincones de la piel.
Cerró los ojos deseando que todo fuera un sueño, que al abrirlos estaría en su cama, en su casa.

Una lágrima brotó seguida de unas cuantas más que surcaron el rostro, arrastrando los sedimentos de células muertas; desviándose al llegar al tabique nasal y terminando en el pozo de sus labios temblorosos.

Resignado pensó en los días pasados, en los años de la infancia, de la juventud; sentía como el cuerpo se entumecía cada vez más rápido.

Marga llegó a sus pensamientos, exuberante; entonces se concentró en ella y una tímida sonrisa se escapaba de dentro. La imaginó allí con él, acariciando su pelo ensortijado, besando su cuello rígido; recostada en su pecho, alfombrándolo con su larga cabellera negra.

Una mano se posó en el hombro desnudo, cayó como una losa de mármol; abrió los ojos con la misma angustia de antes, el cirujano le sonreía cálidamente.

Texto: María Estévez

Narración: La Voz Silenciosa

4 comentarios:

  1. La realidad, que se abre paso para aplacar el miedo, a pesar de los esfuerzos por apartarla buscando en los recuerdos.
    Me ha gustado mucho.

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  2. Gracias, Ana
    Abrazos

    Maria Estevez

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  3. Un vez más agradecer a la Esfera Cultural la publicación de un relato mío.

    Y agradecer también esa mágica, perfecta y armoniosa voz "La voz Silenciosa" Cada vez que la oigo me embeleso.

    Maria Estevez

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  4. Como buscamos alternativas para proteger nuestra integridad, las herramientas que usamos a veces y que nos pueden hacer la vida más fácil.

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