Despertar con el cuerpo ensangrentado, darse cuenta que no es nuestra la sangre y al fin del día volver a acostarse en paz con la conciencia tranquila como un buen verdugo.
Despertar luego de años dormido, tratar de entender un mundo que poco se entiende a él mismo. Pegarse un tiro para poder dormir sin despertar nunca más.
Despertar, despertarte cada mañana, despertarnos, despertarlos a ellos, aún dormidos, sumidos en sueños ajenos, perezosos, cómodos. Despertar con una brisa que nos impida tomar aire y nos acaricie la nariz. Abarcar lo más pequeño para sentir lo más grande. Despertar, cada día a cada hora en cada segundo.
Texto: Gastón Pigliapochi.
Narración: La Voz Silenciosa
Lo mejor optar por el tercer despertar. Pero los dos primeros a veces son tan reales que dan miedo. Muy bueno. Sobre todo por la esperanza...Un saludo
ResponderEliminarQué fuerte!
ResponderEliminarMe ha dejado cnmovida.
Muchas gracias por los comentarios y por la publicación de mi texto.
ResponderEliminarGastón Pigliapochi