Sudor y lágrimas. El Dios mortal de las almas pasajeras se encontró en Ítaca con la pequeña princesa. Él, príncipe valiente de corazón, despertó junto a un olivo. En la orilla, una barca. Con dos remos. En el cielo, ni una sola nube. En su corazón, latidos imparables.
Despertó sudando y con las sábanas mojadas. La princesa nunca más volvió por Ítaca. El Dios aún hoy busca su diosa. El príncipe se viste de azul cada mañana para ir a trabajar.
Texto: Gustavo García Pradillo
Narración: La Voz Silenciosa
Precioso, sin más palabras.
ResponderEliminarMarta Pantiga
Toda una historia a golpe de imágenes poéticas e impactantes.
ResponderEliminarA veces los sueños se hacen realidad. Por si acaso está bien empeñarse cada día, prepararse para que se cumplan. Nunca se sabe.
ResponderEliminarQue micro más curioso,lo he leído varias veces para poder cogerle bien el sentido, y en todas al final me ha despertado una sonrisa.
ResponderEliminar