Estaba agazapado detrás de unos malditos arbustos en una noche oscura y brumosa de invierno, pasando el frío de mil millones de demonios. Preso de un furioso ataque de celos, había seguido a mi esposa cuando dijo que iba a cenar con sus amigas a un restaurante del centro. Pero, o su automóvil se equivocó o me había sometido a un burdo engaño. No pasó por el centro de la ciudad ni se dirigió a ningún restaurante. Había entrado en un edificio que parecía el club social de una lujosa urbanización en las afueras. Cuando mis pupilas se acostumbraron a la tenebrosa negrura, pude descifrar a través de la niebla las letras que adornaban el rótulo instalado en la puerta del local: “Institución Psiquiátrica Valle del Oro”. En ese mismo instante, mi mujer salió corriendo junto a dos gorilas vestidos de blanco. “Es aquél, el del pijama que se esconde tras los matorrales”, le oí gritar. Después de eso solo recuerdo a los primates asiéndome fuertemente y un pinchazo en mi brazo.
Texto: Rafael Sastre Carpena
Muy bueno el giro que le has dado al relato...
ResponderEliminarMe ha encantado.
Saludos.
María Estévez.
Si quieres leer más cosas mías, visita: http://rafasastre.blogspot.com.es/
ResponderEliminarMIRA TÚ QUÉ BIEN, CON PUBLICIDAD EXPLÍCITA DEL AUTOR EN EL COMENTARIO. LO FLIPO.
ResponderEliminarQUIEN QUIERA,YA PUEDE VISITARTE PINCHANDO EL PERFIL, NO HACE FALTA QUE DIGAS MÁS.
Me gustó, sí señor.
ResponderEliminarSaludos,
Muy bueno el giro del final, sí señor!!
ResponderEliminarNo estaría mal que algún acosador fuera pinchado por algún gorila oportuno.
ResponderEliminarHe echado en falta algo más de historia, creo que es un tema al que le podías haber sacado más jugo porque es interesante y te hace reflexionar. Te invito a que le des una vuelta y lo engrandezcas Rafael, yo creo que merece la pena.
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