21 mayo, 2013
Noche de luna. Capítulo VI
El comienzo de la noche amenazaba oscuridad con la luna oculta por nubarrones y apenas iluminada por los tímidos parpadeos de las viejas farolas que arrulladas por el viento colgaban en cada esquina del pueblo. No era la primera vez que andaba a ciegas por su calle y saltaba la cerca de la huerta de Feliciano.
Ya en la serventía, casi a pocas calles de la última casa, esperaron entre las zarzas el momento de culminar su salida del pueblo.
Oyeron entonces, el parloteo de dos hombres que se acercaban a esa altura de calle. Casualmente pararon su paso a pocos metros de su aliento, se trataba de su abuelo y su tío. Estaban borrachos y arrastraban las palabras mientras se acusaban uno al otro de la infelicidad que habían infligido en la vida de su madre.
—Le caías encima, sí… tú, ¡joder! Cualquier ilusión que la pobre mujer mostrara, ahí
estabas para impedírselo, humillándola y sometiéndola a las arpías de la familia. Ella era una reina, una santa. Y se nos ha ido, Carmelo, se nos ha ido...
Viviana tapó su boca para retener el llanto. No lo hacía por pena a aquellos dos hombres que lloraban como niños, sino porque de alguna manera era consciente de la desdicha de su madre, de la impotencia que debió soportar, y comprendió por qué la había educado como lo hizo, proyectando en ella su lucha.
Viéndolos alejarse, ajustó su mochila y corrió, seguida de un jadeante Feliciano, hasta encontrar el sendero que la llevaba a su guarida, al pie del faro.
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Parece capítulo de transición, pero creo que va a ser importante.
ResponderEliminarAhora Viviana no sospecha algo, lo sabe a ciencia cierta. Quizá esto sea importante.
Absolutamente, Amando!
ResponderEliminarGracias por estar ahí, pendiente de Viviana.
Uffff, Jose, se me han puesto los pelos de punta al escuchar a ese borrachito lamentándose por la mujer muerta.
ResponderEliminarCómo consigues engrandecer el texto!!!!
Gracias. Y un beso.
Me deja sorprendida, Jose, tu interpretacion del personaje borracho, la has clavado.
ResponderEliminarAmando, cierto, Viviana es consciente de la situación en la que se encuentra. Las jovenes de naturaleza, si alguien les dislumbra el camino, nada les detiene.
Abrazos