29 junio, 2013

La novela: el lector como juez

Una novela es un juicio ya celebrado que se reabre para someterlo a la consideración de un jurado muy especial: el lector. El lector como juez de la novela tiene la ocasión única de juzgar a toda una sociedad. A través de los personajes, de la percepción que éstos tienen de la sociedad y del resto de elementos que la definen directa o indirectamente, el lector puede conocer los detalles del caso que se reabre ante sus ojos y, entonces, emitir su juicio.

El lector como juez
El lector como juez de la novela tiene la ocasión de juzgar la sociedad retratada por el escritor.
El novelista, de una u otra forma, ha trazado en la novela un retrato de la sociedad. Ya de forma figurada y metafórica, ya de forma precisa y realista; el novelista expone ante el lector aquellos grandes defectos de una sociedad que son fuentes de infelicidad para el hombre. 

Estos defectos sociales deben ser expuestos de forma lo suficientemente clara como para que el lector se sienta motivado a emitir su propio juicio, a tomar parte, bien a través de un apoyo incondicional al protagonista, o bien apoyando a sus oponentes.

El lector como juez de la novela tiene la ocasión única de juzgar a toda una sociedad.


Cualquier novela que, de una u otra manera, no incluya este retrato social, este juicio de la
sociedad, puede que esté muy lejos del concepto propio de novela. Incluso aquellas historias ambientadas en sociedades lejanas, fantasiosas o hasta absurdas, esconden tras las primeras capas, los sedimentos de la sociedad a la que el escritor juzgó en su texto; ya fuera por acción o por omisión de sus características.

Son especialmente interesantes en este sentido los textos que narran juicios, pues el juicio que se hace de la sociedad es abierto, frontal e intenso, atacando (o reafirmando) los cimientos mismos de la sociedad: su sistema de justicia y los arquetipos socialmente aceptados o rechazados. En estos textos, desde que se abre la puerta de la sala de juicios, el lector asume rotunda, gustosa e irreversiblemente su papel de juez.

Por otra parte, las virtudes, si es que la sociedad juzgada las tiene, casi nunca tienen interés literario, pues no son objeto de preocupación para el hombre y no precisan, por tanto, de ser analizadas para su juicio y posterior redención o mejora. Caso aparte es el de la presentación de virtudes (individuales o colectivas) de forma crítica por su exageración o exceso, en cuyo caso ya no estamos hablando de virtudes.

Pero el juicio de la sociedad no es el único que el novelista propone al lector que se zambulle en el mundo de una novela. El lector habrá de juzgar también al Hombre, al ser humano en su inabarcable capacidad para errar. Pero ese juicio es merecedor de otro análisis.

El escritor en su Esfera
La novela: el lector como juez

Artículo: Victor J. Sanz

6 comentarios:

  1. Muy bueno ! Y sobretodo, cierto.
    M.

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  2. Pues, ya que lo dices... sinceramente, nunca se me había ocurrido que al leer estuviera juzgando a la sociedad. Claro que siempre se forma una opinión, un juicio, de lo que se te plantea, pero no lo había visto desde ese punto de vista.
    Interesante.

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  3. Ésta frase creo que es muy grande: "El lector como juez de la novela tiene la ocasión única de juzgar a toda una sociedad."

    Ocasión, Única, Juzgar, Toda la sociedad... Victor, me parecen demasiadas sentencias.

    Hablas de juicios celebrados. Entiendo que lo pretendes decir es que ¿como lectores tenemos derecho a la apelación?

    Saludos.

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  4. Hola Francisco, quizás lleves razón, parecen demasiadas sentencias, pero la única que podría quitar por cierta inconsistencia es la de "única", ya que nos pasamos la vida juzgando a la sociedad.

    Tal vez me llevó a escribirlo así el ánimo de que en una novela, el lector tiene ocasión de enfrentarse a puntos de vista en los que probablemente no haya reparado antes.

    En cuanto a juicios celebrados, evidentemente una novela lo es de una manera muy clara, pues contiene la sentencia que emitió en su día el escritor. Y lo que pretendo decir no es que el lector tenga derecho de apelación, sino que tiene la tarea de juzgar la sociedad retratada y, en todo caso, de iniciar una forma activa de reversión de aquello que no sea justo o de su agrado. Nada de apelación, ¿a quién iba a apelar?

    Saludos.

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  5. En realidad actuamos como jueces muchas más veces de las que podemos contar. En un plano más corriente, siempre se habla de que España tiene 45 millones de seleccionadores nacionales de fútbol, ¿no?

    Y como lectores no íbamos a ser menos, claro. Como lectores, tenemos acceso al sumario del juicio que sobre la sociedad hizo el escritor.

    Solo un ejemplo baste: "Las uvas de la ira", ¿quién no juzgó al leerlo a los empresarios y banqueros sin escrúpulos cuyas acciones depararon en aquella crisis de nefastas consecuencias humanas?

    Gracias por tu participación, siempre enriquecedora.

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  6. Alguien dice y repite con machaconería que leemos para estar de acuerdo. Desde ese punto de vista la sociedad es juzgada por el autor y por el lector; pero en este caso no me parece la palabra más adecuada, juzgar. Incluso me parece que en el oficio de escritor debería intentar desaparecer este matiz. Más bien el escritor muestra, revela, pone a la vista, expone...
    Es evidente que siempre hay un poso de subjetividad y que por mucho que se pretenda lo contrario, quien escribe se sitúa (o sea juzga) ante su propio relato, pero este -a mi juicio, jejeje- es uno de los mayores peligros del oficio.
    Otra cosa bien distinta es el lector.

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