01 julio, 2013
Un buen día
La primera vez había tomado una cantidad ingente de píldoras, por suerte o desgracia todo se había arreglado con un lavado de estómago y unas cuantas sesiones de terapia sicológica. Fortuitamente unos meses después recibió un duro golpe en la cabeza a causa de un pisapapeles que rodó desde la estantería; hubo que coserle un pliegue del cuero cabelludo. Un buen día decidió volar desde la quinta planta con el convencimiento de dejar los sesos repartidos por la acera; pero los vecinos acudieron a tiempo y unos minutos después se encontraba en el quirófano rodeada de buenas manos luchando por su vida. Decidió bajar al desván y recuperar a Caperucita Roja. Abrió las tapas del libro, las fauces del lobo devoraron su cuerpo. Unos meses después alguien se deshizo de los viejos libros polvorientos.
Texto: María Estévez
Narración: La Voz Silenciosa
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A ver si entre bomberos nos pisamos la manguera: resulta que van a ser más peligrosos los libros que otra cosa...
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Jeje.. podría ser...
ResponderEliminarAbrazos,
María Estévez.
Tendré mucho cuidado en abrir nuevamente un libro infantil... muy buen texto
ResponderEliminarGracias Natan...
ResponderEliminarQuerido amigo: los libros que yo escribo están llenos de polvo. Nadie los lee. Pero me da pereza eso de tirarme por el balcón. A lo mejor los tiro a ellos primero. Un abrazo..
ResponderEliminarMe ha encantado, María.
ResponderEliminarUn abrazo y mi enhorabuena por tan original relato.
Nuria R.
Diego, Fernando: Gracias por sus comentarios.
ResponderEliminarMaría Estévez.
Me alegra que te haya gustado, Nuria
ResponderEliminarUn abrazo.
María Estévez
Me ha encantado este cuento sobre el destino, amargo y original. El libre albedrío, que no lo es tanto.
ResponderEliminarY la interpretación de la Voz, magistral.
Por cierto, que hace años conocí en primera persona un caso muy similar de suicidio imposible, quirófano incluido. Solo faltó el lobo. Pobre.
Gracias Ana,
ResponderEliminarUn abrazo
María Estévez