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Llegó al pueblo bastante entrado el invierno. Se instaló en la casita que habían dispuesto para ella, era acogedora, limpia, quizás un poco fría. No divisó la escuela, le extrañó porque acostumbraba a estar cerca de su residencia. Mientras acomodaba la ropa, una vecina se presentó y le comunicó que esa noche en su casa hilarían, estaba invitada.
Imaginó mil cosas: ¿Sería tejer? ¿Bordar? ¿A qué llamarían hilar en pleno siglo XXI? Su mente no paró de idear y acabó haciendo conjeturas de lo más disparatadas.
Pensó en llevar algún presente, no tenía tiempo para preparar nada, miró las maletas y tomó una botella de vino de su tierra. ¡Perfecto!
Al golpear aquella puerta un escalofrío le recorrió la espalda. Entró y vio una estancia en penumbra. Los contornos se dibujaban en el contraluz de las ventanas, la luna llena iluminaba con su fugaz resplandor una habitación en la que se adivinaban una decena de personas. Se pusieron en pie, ella creyó que la saludarían pero algo comenzó a pegarse en su piel, por los movimientos parecían vomitar sobre ella ¿Qué estaba sucediendo? Pronto el pánico se apoderó de sus sentidos, no podía moverse. La botella de vino que ya no sujetaba seguía pegada a su mano. Sintió cómo la trasladaban y pudo entrever una especie de almacén lleno de… ¿Crisálidas?
No eran crisálidas, era el alimento para las crías que estaban por nacer.
Texto: Yashira
(Cuento finalista en el II Concurso de relato breve Leonardo Barriada)
Narración: La Voz Silenciosa
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarGracias María por pasar y comentar, me gusta leer mi relato en La Esfera. Gracias a todos por hacerlo posible.
ResponderEliminarMuchas felicidades, Yashira. Un merecido reconocimiento. Besos
ResponderEliminarUn texto digno de la realización de un cortometraje de terror. Y como apunta Aniagua, muy "onírico"
ResponderEliminarMuy original e imaginativo. Te felicito.
ResponderEliminarCaray Yashira, qué imaginación, brrr escalofríos tengo a pesar de estar en verano.
ResponderEliminarFuerte y atrapa al lector.
Felicidades.
Estremecedor, sí...
ResponderEliminarMenuda arácnido...
Lo siento, pero yo no vería el corto. No puedo con el terror... Me asusta mucho (y no es juego de palabras).
Enhorabuena.
Terrorífico, una atmósfera opresiva, el horror contenido en seda.
ResponderEliminarMuy bueno!
Vaya, qué miedo. Cuánto terror en pocas palabras. Buena historia.
ResponderEliminarEsas ganas de agradar, con esa botella de vino "de mi tierra", que seguramente fuera tinto, como la sangre que serviría de alimento posterior a esas crías por nacer. Intuyo por el contexto que será la maestra del pueblo la víctima, que alimentará no de conocimiento sino de algo más "sustancioso" a los niños del pueblo. Enhorabuena Yashira. Muy buen relato.
ResponderEliminarGracias Francisco por apuntar.
ResponderEliminarOnírico. (tremendo desliz)
Me encantan los relatos con giros inesperados. Recreado en un ambiente onírico...
ResponderEliminarAbrazos
María Estévez
Me alegra mucho que os haya gustado, a pesar del terror, jaja, Amando, estoy contigo, sinceramente yo tampoco lo vería, hace años no veo nada de terror, creo que ya la vida nos ofrece suficientes sufrimientos. Pero qué le vamos a hacer, la imaginación es caprichosa...
ResponderEliminarAbrazos a todos.
Realmente interesante el relato. Lo he disfrutado. Bueno de La Esfera disfruto todo lo que leo, sinceramente.
ResponderEliminarYashira veo que somos paisanos. Cartagena y Murcia, hermananos.
Un abrazo.