Neruda fue un hombre de muchos
amigos, pero también de enemigos acérrimos, entre los que se cuentan Vicente Huidobro, Pablo de Rokha y Enrique Amorim, entre muchos otros.
Vicente Huidobro y Pablo Neruda |
Sin embargo, dentro de estos, su pelea
literaria con Huidobro es una de las más emblemáticas ya que se mantuvo por
muchos años, con ambos contrincantes usando sus plumas para desmerecer al otro.
En una entrevista publicada en 1938, Huidobro dijo que la obra poética de
Neruda es “fácil, bobalicona, al alcance de cualquier plumífero. La poesía
especial para todas las tontas de América”. Y antes, desde su revista de
poesía, ya lo había acusado de plagiar, entre otros, a Rabindranath Tagore.
Y aunque Huidobro murió muchos
años antes que Neruda, este último, en su libro autobiográfico “Confieso que he
vivido”, recuerda a su enemigo literario en uno de sus capítulos, del cual rescato
una parte que muestra la visión de Neruda sobre este duelo literario y señala
más de alguna confidencia sobre su adversario.
más de alguna confidencia sobre su adversario.
"Confieso que he vivido" de Pablo Neruda Seix Barral |
“El gran poeta Vicente Huidobro,
que adoptó siempre un aire travieso hacia todas las cosas, me persiguió con sus
múltiples jugarretas, enviando infantiles anónimos en contra mía y acusándome continuamente
de plagio. Huidobro es el representante de una larga línea de egocéntricos
impenitentes.
Esta forma de defenderse en la
contradictoria vida de la época, que no concedía ningún papel al escritor, fue
una característica de los años inmediatamente anteriores a la primera guerra
mundial. La posición egodesafiante repercutió en América como eco de los
desplantes de D'Arinunzio en Europa. Este escritor italiano, gran
despilfarrador y violador de los cánones pequeño—burgueses, dejó en América una
estela volcánica de mesianismo. El más aparatoso y revolucionario de sus
seguidores fue Vargas Vila.
Me es difícil hablar mal de
Huidobro, que me honró durante toda su vida con una espectacular guerra de
tinta. El se confirió a sí mismo el título de "Dios de la Poesía" y
no encontraba justo que yo, mucho más joven que él, formara parte de su Olimpo.
Nunca supe bien de qué se trataba en ese Olimpo. La gente de Huidobro
creacionaba, surrealizaba, devoraba el último papel de París. Yo era
infinitamente inferior, irreductiblemente provinciano, territorial,
semisilvestre.
Huidobro no se conformaba con ser
un poeta extraordinariamente dotado, como en efecto lo era.
Quería también ser
"superman". Había algo infantilmente bello en sus travesuras. Si
hubiera vivido hasta estos días, ya se habría ofrecido como voluntario
insustituible para el primer viaje a la luna. Me lo imagino probándoles a los
sabios que su cráneo era el único sobre la tierra genuinamente dotado, por su
forma y flexibilidad, para adaptarse a los cohetes cósmicos.
Algunas anécdotas lo definen. Por
ejemplo, cuando volvió a Chile después de la última guerra, ya viejo y cercano
a su fin, le mostraba a todo el mundo un teléfono oxidado y decía:
—Yo personalmente se lo arrebaté
a Hitler. Era el teléfono favorito del Führer.
Una vez le mostraron una mala
escultura académica y dijo:
—Qué horror! Es todavía peor que
las de Miguel Angel.
También vale la pena contar una
aventura estupenda que protagonizó en París, en 1919. Huidobro publicó un
folleto titulado Finis Britannia, en el cual pronosticaba el derrumbamiento
inmediato del imperio británico. Como nadie se enteró de su profecía, el poeta
optó por desaparecer. La prensa se ocupó del caso: "Diplomático chileno
misteriosamente secuestrado." Algunos días después apareció tendido a la puerta
de su casa.
—Boy—scouts ingleses me tenían secuestrado
—declaró a la policía. Me mantuvieron amarrado a una columna, en un
subterráneo. Me obligaron a gritar un millar de veces: "Viva el Imperio
Británico!! "
Luego se volvió a desmayar. Pero
la policía examinó un paquetito que llevaba bajo el brazo. Era un pijama nuevo,
comprado tres días antes en una buena tienda de París por el propio Huidobro.
Todo se descubrió. Pero Huidobro perdió un amigo. El pintor Juan Gris, que
había creído a pie juntillas en el secuestro y sufrido horrores por el
atropello imperialista al poeta chileno, no le perdonó jamás aquella mentira.”
Aún cuando fueron dos grandes
contrincantes en el ámbito literario, compartieron bastante cosas en común,
como su amor por Chile y por la política, el amor de ambos por el mar … en
efecto ambos se encuentran enterrados en el litoral central chileno, Huidobro
en Cartagena y Neruda en Isla Negra, separados por tan solo unos minutos de
distancia… quizás esas cercanías entre ambos poetas, eran mayores que sus distancias…
como dice Neruda “Huidobro murió en el año 1948, en Cartagena, cerca de Isla
Negra, no sin antes haber escrito algunos de los más desgarradores y serios
poemas que me ha tocado leer en mi vida. Poco antes de morir visitó mi casa de
Isla Negra, acompañando a Gonzalo Losada, mi buen amigo y editor. Huidobro y yo
hablamos como poetas, como chilenos y como amigos.”
Artículo: Natan Olivos
No conocía de esta batalla literaria, muy frecuente entre artistas recelosos del talento del otro.
ResponderEliminarEn este caso creo que Neruda salió victorioso por las palabras que le dedica en su libro a Huidobro. A parte de que su popularidad y sus ventas son infinitamente superiores.
Gracias Natan por traernos estas particularidades literarias.
Otra pelea más en el campo de la poesía. A lo largo de la historia hay unas cuantas.
ResponderEliminarEsto de los egos de los poetas siempre ha sido superlativo.
Sin embargo, creo que es menos dura que la que tuvieron Quevedo y Góngora.
Interesante batalla literaria. Gracias Natan
ResponderEliminarA mí esas peleas me dan bastante vergüenza ajena. Pero siempre han existido y supongo que siempre existirán.
ResponderEliminarMuy ineteresante, Natan, no lo conocía.