Una
narración suele consistir en la descripción del viaje del
protagonista de la historia narrada. En ese viaje del
protagonista, le acompañamos a lo largo de los conflictos que
debe afrontar, de las pruebas que debe superar.
El personaje narrativo viaja en sus conflictos |
El
viaje del protagonista comienza con lo que podríamos llamar
el disparador, y que no es otra cosa que un acontecimiento
inusual, o realmente significativo, que torna en especial el
decorado de la vida del protagonista; algo que le abre las
puertas de un mundo nuevo hasta ahora desconocido. Es su deambular
por ese mundo especial lo que merece ser contado y, por tanto, hace
realmente interesante una historia para el lector.
Si
el personaje protagonista está bien construido por el autor,
el lector lo entenderá cercano, compartirá con él determinadas
características y hasta le producirá determinados sentimientos,
bien de simpatía o antipatía. Todo esto hará posible que el lector
experimente ciertas emociones a medida que el protagonista, durante
su viaje, se ve enfrentado a complicaciones o verdaderos
problemas; todo esto creará
en el lector la necesidad de ponerse
en la piel del protagonista y preguntarse (antes de que lo haga el
protagonista) cómo resolvería en su lugar, tal o cual dificultad, y
también creará en el lector la sensación de curiosidad por saber
cómo lo resolverá el propio protagonista, o incluso si será capaz
o no de "salir vivo" del intento y, en caso de que no lo
consiguiera, sentirá curiosidad por saber qué precio pagó
por ello y en qué situación queda después.
Bien,
tenemos un personaje bien construido que, por tanto, resulta
atractivo al lector. Tenemos un hecho o un acontecimiento que
convierten los próximos pasos de su camino vital en un mundo
especial lleno de amenazas y peligros, de amigos y enemigos más
o menos inesperados y de giros que sacan del fondo mismo de su
personalidad, comportamientos inesperados incluso para él mismo
pero, en todo caso, justificables desde el prisma del mundo especial
en el que se encuentra.
El
autor deberá someter al protagonista de su historia a todo tipo de
conflictos y situaciones que bifurcarán irremediablemente su
vida para siempre. Si el personaje está bien construido, él mismo
será quien encuentre la salida al más difícil de los laberintos en
que se vea inmerso. Por lo tanto, un protagonista bien creado hará
disfrutar al lector de un viaje que nunca olvidará.
Artículo: Victor J. Sanz
Totalmente de acuerdo, Víctor. Si un protagonista (y secundarios, por supuesto) está bien construido, es casi imposible que la historia no funcione. Porque para que nos creamos al protagonista tiene que ser alguien que se te pegue a la piel y le tienen que suceder cosas que te remuevan. De lo contrario, mejor cerrar el libro y pasar a otra cosa.
ResponderEliminarComo siempre, tu sección es un placer y altamente ilustrativa.
Estupenda entrada y muy aleccionadora. Da gusto leerte Víctor.
ResponderEliminarSaludos.
Magnífico texto, creo que has explicado a la perfección cómo deben ser los personajes. Así es como engancha una historia. Otra cosa es llevarlo a la práctica, amigo.
ResponderEliminarBesos, Víctor.
Es así. Sólo añadiría o matizaría a lo que dices que ese viaje, esos conflictos, esas aventuras, no sólo tienen por qué ser exteriores, también hay fascinantes viajes y aventuras interiores. De hecho muchas grandes novelas se caracterizan o son ponderadas por la evolución del personaje a lo largo del relato, más que por las peripecias externas que le suceden.
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