23 septiembre, 2013
Visualización vacacional de un hombre sentado en la silla plegable
En el espacio de un rato; escenas de ciudad.
Florecen las pecas como pepitas de sandía. Huele a peces fritos y pestañeas como un semáforo intermitente. Acuarelas de grasa automovilística ayudan a disfrutar de patinaje artístico en las calles. El sudor de agosto abrillanta la ciudad. Y las calvas. La buena siesta, con babas, como manda la tradición. Una asamblea de mosquitos caldea la velada. Cae la luna y me llena. El aire barre los maullidos de músicos callejeros. Una última cerveza antes del amanecer. Y un beso furtivo en el portal. O más.
En el espacio de un rato; escenas de playa.
El sol tuesta las pieles asfixiadas de protección con olor a palmera de isla desierta. En el largo y cálido verano, la belleza se broncea de mentiras. Me pregunto en qué piensan esos cuerpos esparcidos en la arena a modo de puzzle. El vendedor de helados se arrastra entre los turistas cual tortugón marino. El agua en salmuera acuna las grasas humanas, para después depositarlas en la orilla como rizada espuma. El último éxito que suena en el chiringuito es el “ídem”. La gran ola de Kanagawa (extrapolada a la Costa Dorada) despacha a los remolones bañistas hacia tierra firme. Allí les recibirá la puta realidad.
Al hombre sentado en una silla plegable, le ha llegado por fin su turno. Se levanta, cede la silla al último de la fila y se dirige a la mesa nº 3 de la oficina de empleo. En el espacio de un rato permanecerá sentado en otra silla contando sus penurias a un empleado sentando en una silla. Hay otros veranos, pero están en éste.
Texto: Beatriz Carilla Egido
Narración: La Voz Silenciosa
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Verano lleno de imágenes que has descrito de maravilla.
ResponderEliminarSaludos.
Como te ha indicado Miguel Ángel, tu relato es un semillero de imágenes: caen una tras otra ofreciendo la imagen típica del verano; eso sí, con ironía manifiesta.
ResponderEliminarLa imagen final es la disonante, la que pone el dedo en la llaga, la que denuncia.
Un abrazo, Beatriz.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMuchas gracias Miguelángel e Isabel por pasaros a comentar. Mi intención era dejar un poso de contrariedad en el lector. La realidad de muchos, por desgracia.
ResponderEliminarGracias como siempre a La Esfera.
¡Beso!
Beatriz:¿Has escrito este micro con el propósito de que forme parte de la convocatoria "¿Vacaciones...? Si yo te contara"?
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ResponderEliminarSon las vacaciones de un hombre parado; insólitas. Es sólo una propuesta diferente y muy poco comercial. Si visitas mi blog verás que tengo otros registros.
Suéltalo, Amando, no me dolerá. :)
Me gusta tu propuesta diferente, Beatriz,... "Si yo te contara, ¿Vacaciones?". Es un relato verosímil y lírico. Atractivo en la forma, en sus derroches de colores, olores, situaciones, imágenes... y triste en el desnlace. Todo está en este verano.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Amparo M.A.
Beatriz, quería estar seguro de tu participación en la convocatoria, precisamente para mantener la neutralidad en estos comentarios públicos, ya que para mi desgracia tengo la misión de dilucidar entre todas las aportaciones lo que no va a ser tarea nada sencilla, visto lo visto.
ResponderEliminarDe todos modos que sepas que vengo de tu blog, donde pienso perderme con frecuencia.
Gracias a todos, de corazón. Sé que es una propuesta un tanto extraña pero me apetecía patalear un poco. Una especie de desahogo.
ResponderEliminarAmando, gracias por venir a mi casa, la tuya.
Sigamos girando. Abrazo.
Ametralladora de imágenes vacacionales, testimonio de la dura realidad.
ResponderEliminarBuen contraste.
ResponderEliminarMuy buen relato, Beatriz. Te pone en la piel del hombre sentado en la reposera y muestra a las claras que las vacaciones de verano no siempre son sinónimo de esparcimiento, descanso y despreocupación (lamentablemente para muchos, cada vez menos). Me gustó mucho, vayan mis felicitaciones. Cariños, Mariángeles
ResponderEliminarMuy buen relato, Beatriz. Te pone en la piel del hombre sentado en la reposera y muestra a las claras que las vacaciones de verano no siempre son sinónimo de esparcimiento, descanso y despreocupación (lamentablemente para muchos, cada vez menos). Me gustó mucho, vayan mis felicitaciones. Cariños, Mariángeles
Me ha encantado el relato, lo he distfrutado en mis sofas. Enhorabuena!
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