Se dieron dos besos, como cada vez que se veían desde que eran pequeños, se conocían de toda la vida y su amistad era importante para ambos, aunque él sentía algo mas y así se lo había declarado en 3 ó 4 ocasiones a lo largo del tiempo.
Pasaron al salón y se sentaron y ella comenzó a hablar: " Mira, te he hecho venir para explicarte que lo nuestro no es posible (él no apartaba los ojos de los suyos), somos amigos desde siempre, y eso no debe cambiar, soy consciente de que tú sientes algo mas por mí, pero yo no, y eso es razón suficiente y de peso para que comprendas que debes olvidarte de mí en ese sentido, no me gustaría tener que separarme de ti y desaparecer de tu vida, pero si es necesario lo haré; no creo que tengamos que llegar a ese punto tan drástico, los dos somos adultos y debemos comportarnos como tal, sigue con tu vida, yo estaré como amiga siempre, como hasta ahora, pero no me pidas nada más porque soy incapaz de dártelo" Y se hizo el silencio.
Él estaba con la cabeza agachada y cuando ella dejó de hablar no reaccionó en ningún sentido, ni se movió. Ella se quedó mirándolo, esperando que hablara, que dijera algo... pero nada; fueron
unos minutos que parecieron horas, después del sermón que le había echado, esperaba alguna reacción por su parte, la que fuera, que llorara, que se enfadara...algo, pero nada. Y fue ella la que le dijo: " ¿no me dices nada?, dime por lo menos que piensas".
Él levanto la cabeza y la miró, su cara no reflejaba enfado, ni nerviosismo, estaba sereno, tampoco estaba llorando y solo le dijo: " En este momento solo quiero besarte". Ella se quedó perpleja, abrió los ojos sorprendida, era lo que menos se esperaba que contestara y le dijo: " ¿Pero tú has estado escuchando lo que te he dicho?, ¿cómo puede ser que no hayas entendido nada?, su voz sonaba irritada. Y él volvió a repetirle: " Te he oído, pero ahora mismo solo quiero besarte"
Ella se levantó y le pidió que se marchara, lo acompañó hasta la puerta y sin decir nada, él se giró, la cogió entre sus brazos y comenzó a besarla, al principio ella se resistió, pero fueron cinco segundos. Fue el beso más dulce, romántico, apasionado y sensual que le habían dado nunca y ese beso cambió toda su vida.
Cuando se marchó, se quedó apoyada en la puerta, estaba en estado de shock, temblando y completamente enamorada de aquel hombre. Aquel beso había despertado en ella algo que no sabía que existía, se sentía como la princesa del cuento de hadas y en ese momento, no sabía si todo había sido un sueño o si realmente aquello le estaba pasando a ella. Se tocó lo labios con un dedo y sonrió, si era real, al fin y al cabo ya le tocaba ser feliz.
Texto: Susana Martínez
Él estaba con la cabeza agachada y cuando ella dejó de hablar no reaccionó en ningún sentido, ni se movió. Ella se quedó mirándolo, esperando que hablara, que dijera algo... pero nada; fueron
unos minutos que parecieron horas, después del sermón que le había echado, esperaba alguna reacción por su parte, la que fuera, que llorara, que se enfadara...algo, pero nada. Y fue ella la que le dijo: " ¿no me dices nada?, dime por lo menos que piensas".
Él levanto la cabeza y la miró, su cara no reflejaba enfado, ni nerviosismo, estaba sereno, tampoco estaba llorando y solo le dijo: " En este momento solo quiero besarte". Ella se quedó perpleja, abrió los ojos sorprendida, era lo que menos se esperaba que contestara y le dijo: " ¿Pero tú has estado escuchando lo que te he dicho?, ¿cómo puede ser que no hayas entendido nada?, su voz sonaba irritada. Y él volvió a repetirle: " Te he oído, pero ahora mismo solo quiero besarte"
Ella se levantó y le pidió que se marchara, lo acompañó hasta la puerta y sin decir nada, él se giró, la cogió entre sus brazos y comenzó a besarla, al principio ella se resistió, pero fueron cinco segundos. Fue el beso más dulce, romántico, apasionado y sensual que le habían dado nunca y ese beso cambió toda su vida.
Cuando se marchó, se quedó apoyada en la puerta, estaba en estado de shock, temblando y completamente enamorada de aquel hombre. Aquel beso había despertado en ella algo que no sabía que existía, se sentía como la princesa del cuento de hadas y en ese momento, no sabía si todo había sido un sueño o si realmente aquello le estaba pasando a ella. Se tocó lo labios con un dedo y sonrió, si era real, al fin y al cabo ya le tocaba ser feliz.
Texto: Susana Martínez
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