El domingo pasado hablaba sobre el
compromiso que deben tener los bloggers y los escritores en un post tutulado Te regalo un consejo y creo que si existe un compromiso que
debemos cumplir es la de finalizar las cosas inacabadas y aquello que dejamos pendiente, poco claro o que prometamos a nuestros lectores. Cerrar las puertas
que dejamos abiertas
Adios es una palabra de gran significado y si la separamos en dos, se convierte en otra con más conotaciones: A Dios. |
Hace dos semana escribí una entrada titulada Un post como terapia. En esas letras
compartí mi dolor con ustedes y dejé algunas puertas sin cerrar.
Como resumen si no quieren volver a leer el artículo les compartí que, un buen amigo, un buen hombre y mejor persona me había comunicado
que le quedaban pocos días de vida. Tras el shock y un desgarro en
el alma, que hasta ese momento jamás había sentido, me comprometí
a mí mismo que le editaría el libro que me había dado en un CD
hacía más de un año y que apenas había abierto, al ser la poesía
algo de lo que bebo en cuentagotas.
De quién hablaba era de José Luis Medina Rosales y en nuestro encuentro me dijo estas palabras: “Francisco, mi labor en esta vida ha
concluido. He cumplido con la misión que me ha encomendado Dios, con
mi familia, con mis amigos, con toda aquella persona que se ha
acercado a mi y con la cultura. Estoy preparado para irme con Dios,
aquí ya no está mi lugar” Me lo compartió con tal convencimiento,
aceptación y serenidad, sentado frente a mi, que
lo entendí y aunque traté de darle ánimos y decirle que había esperanza, ambos sabíamos que el final era cuestión de días.
lo entendí y aunque traté de darle ánimos y decirle que había esperanza, ambos sabíamos que el final era cuestión de días.
Título: Lírica de mi alma Autor: José Luis Medina Rosales Nº páginas: 274 |
José Luis Medina Rosales murió el
pasado viernes 10 de Octubre de 2014. Dios, sin duda, le estaba
esperando. Como ya dije, pude, a contrarreloj, editar su libro “Lírica
de mi alma”. Se lo entregué en mano antes de partir el pasado
viernes 4 de octubre. Solo seis días antes de morir. Lo había
terminado de escribir en el 2.004. Cuando le entregué el ejemplar de
su obra creo que sintió que su vida había sido aún más plena. También la mía.
Escribo esto acabado de llegar de
su misa y de su entierro. Una misa poco convencional, pues se celebró
en su fe, la de Cristo, la evangélica. La iglesia estaba desbordada,
no podía ser de otra manera. Allí se habló y se compartió sobre
su figura, de su persona, de sus actividades, de su compromiso con la
vida y con el prójimo. Y me marcó el relato que hicieron de cuando
el médico le comunicó su enfermedad.
—¿Tengo cáncer verdad? —abordó
él a la médico.
—Bueno... —la doctora rebuscaba
palabras para darle el diagnóstico.
—No se peocupe. Entiendo que sí
—interrupió mirándole a los ojos y con una sonrisa.
—Sí —le confirmó la doctora.
—¿Tengo metástasis, verdad?
—Sí —afirmó la doctora incapaz de
añadir nada más.
—¿No tengo cura verdad? —preguntó
José Luis con serenidad.
—Está muy avanzada y...
—Estoy preparado, no se preocupe —le
volvió a interrumpir entendiendo que la doctora estaba pasando un
mal trago.
—¿Tiene alguna pregunta? —intentó
articular la médico tratando de solidarizarse con su paciente.
—Ninguna. No se preocupe. Mi misión
en esta vida está concluida. He cumplido lo mejor que he podido
hacerlo.
Así era José Luis Medina Rosales, un
hombre comprometido con Dios y el prójimo. Se acercaba a las
personas y trataba de darle lo que necesitaban. Si alguien necesitaba
alimento se lo daba, si necesitaba ropa se las proveía y si
necesitaba calor, afecto o consejo primero le daba el suyo y luego le
compartía el amor de Cristo.
Fue el autor de “El libro del mojo
Canario”. Realizó un monográfico sin precedentes sobre la cultura
de esta salsa en Canarias, con más de 100 recetas y versiones de
mojos. A partir de la edición de ese libro, del que me enorgullece
ser su editor, se subieron al carro muchas editoriales y se
realizaron diversas ediciones y traducciones a diferentes idiomas.
El escritor José Luis Medina Rosales (1935-2014). Autor del primer monográfico del mojo canario. |
José Luis Medina Rosales (12 Agosto 1.935 - 10 Octubre 2014) nació en Las
Palmas de Gran Canaria y se establece en la
isla de Tenerife recién salido del servicio militar, integrándose
inmediatamente a la sociedad chicharrera en su actividad social,
cultural y política. Tuvo 8 hijos, de los que perdió a una hija en un accidente de tráfico y a la que le dedicó muchos versos, al igual que a su esposa Olga. Autodidacta y polifacético, perteneció a la
generación de la postguerra, teniendo que abrirse camino con muchas
dificultades. Escritor por vocación y poeta porque lo llevaba en el
alma. Fundó una ONG para repartir alimentos y ropa a los más
necesitados en Tenerife. Dirigió durante años el CEDAR (Centro
Evangélico de Ancianos). Colaboró con la Cruz Roja y el Banco de
Alimentos. Su labor social la desempeñó hasta casi los últimos
días de su vida, despidiéndose de ella con la única preocupación
de la continuidad de su obra.
Mi relación con él siempre fue de
profundo respeto y admiración. Era algo mutuo a pesar de nuestra
diferencia de edad. Yo podía ser perfectamente su hijo, pero
coincidíamos en muchas cosas. Hablábamos y compartíamos muchas
ideas. Era una persona a la que necesitaba llamar cada dos o tres
meses.
Por su culpa empecé a editar libros.
Fue el primero que me invitó a un recital poético, cosa que me
parecía de lo más aburrido. Si la poesía me resultaba infumable (era muy joven), más aun pasar dos horas escuchando versos
de almas poseídas por este género. Por su culpa también miré al
prójimo con más amor y entendí al necesitado. Cuando alguien acudía a
su ONG jamás le preguntaba por su nombre, ni por su situación, ni le pedía rellenar ficha alguna, ni le exigía requisito alguno para obtener
beneficios o su ayuda. Consideraba que ya era bastante humillante tener que
ir a pedir limosna como para hacerle más preguntas. También, por
su culpa y como consecuencia de su reflejo aprendí a caminar en la honestidad. No
pasamos mucho tiempo juntos, pero se las ingenió, como por arte de
magia, para estar a mi lado en dos ocasiones muy significativas de mi
existencia, en las que el que tenía que haber partido era yo.
Valga este escrito simplemente como
homenaje a un buen hombre. Alguien que partió a la otra vida con la conciencia más
limpia que he conocido. Para que su memoria quede en la red. Hasta
pronto amigo José Luis Medina Rosales.
Hasta el próximo dominfo
Artículo: Francisco Concepción
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