18 septiembre, 2016
Cipreses
Estaba soñando, escapándome con la mirada hacía los cipreses, que me estiran las comisuras de los labios con las imágenes de una guerra de niños lanzándose los conos redondeados y duros, mientras oigo los sonidos de los tardíos pasos, rozando el suelo, acercándose y todas las ideas huyendo, llorando. Los abrigos apretados consolando del frío y las manos escondidas escapando tímidamente de los saludos apesadumbrados. Sus ramas apretadas escondiendo su tronco apuntando al mismo lugar que las monótonas gélidas palabras y las cálidas lágrimas saturadas de dolor. Mi sonrisa en el pasado ahogando el abatido presente. Su fuerte olor flotando en la marea del atardecer que apaga el perfil del horizonte, tras la oscura tapia húmeda. Las pisadas retroceden sin mirar, con el vértigo diluyéndose en la tierra removida. La calidez de los abrazos se deshiela en el desfile de retirada. Las verjas, abrazadas por la pared apoyada en los estoicos arboles verticales, se cierran al cruzarlas. Encerrándonos de nuevo en el purgatorio invertido del tiempo.
Texto: Ignacio Alvarez Ilzarbe
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