Una tarde entró ella, tímida, discreta, decidida a tatuarse una mariposa justo en el cuello, para así tapársela con el pelo, venido el caso. El artista la miró como reconociendo el rostro de la muchacha del escaparate, prerrafaelista, bellísimo, evanescente entre las brumas de la tarde. Le preguntó, que te pinto. Le contestó lo que quieras. Por donde empiezo. Me da igual, conozco bien lo que haces y me gusta todo. Desde ese momento no pudieron apartarse la mirada, mientras hablaban de cine y de pintura el comenzó a dibujar desde el tobillo de ella el fruto de su arrebato viajando por todo su cuerpo nacarado de formas mórbidas y redondeadas. Y así pasaron los minutos que se hicieron horas, mientras hablaban y hablaban y el cuerpo de ella se fue tatuando de mariposas de sueños, de amor, de formas.
Texto e ilustración: Carlos de Castro.
De maravillas.Ya sabia de su gusto y dedicación a la pintura, que ahora mezcla de un modo natural, sin esfuerzo, con un relato. Pintura y relato caminando de la mano.Y se llevan bien.
ResponderEliminarEvoca ambientes y vida de barrio mezclándolo con afanes, vivencias, ambiciones, encuentros...
ResponderEliminarUna obra excelente con un toque moderno. Digno de una artista con nobleza y generosidad. Enhorabuena
ResponderEliminarCada pintura,dibujo evoca una historia que cada espectador crea en su imaginación. Carlos de Castro nos hace activar a cada uno de nosotros nuestra imaginación con su pintura narrada.
EliminarTotalmente de acuerdo!
EliminarAmigo queridisimo Carlos tu obra es elixir exquisito visual y tu narrativa es melodia a los oídos pues leerte es sentirte narrando a mi lado, auténtico exponente, te felicito querido amigo, continua cosechando exitos
ResponderEliminarEl arte puede transmutar la naturaleza y el artista transformar la timidez redondeada y mórbida en una prodigiosa irisacion de colores y sueños de crisálida a mariposa.
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