En cuanto cante el gallo y el sol se ponga, la virtud se hará carne y
las ratas saldrán de las alcantarillas. La ginebra correrá por los ríos
bajo los mostradores y la cerveza con su espuma saldrá del grifo y
llenara el vaso. La muerte sentada al fondo sola, en una mesa con cuatro
patas y tres sillas. El solitario en medio de todo, el amor en medio de
nada. La risa forzada, la sonrisa con esperanza. El camarero con
arrugas que le surcan la cara, con manos expertas. La música está y no
se oye. El borracho habla con el extintor y este le contesta por ser
educado. Los amantes se besan antes de ir a un sitio más lejano. El
reloj marca la hora. Un coche aparca en la puerta. Se bajan tres
hombres. Entran. Piden cerveza, se sientan. Alguien les canta. Una mujer
baila. Un vaso se cae y se rompe. El borracho le da una patada. El
solitario sonríe al prójimo. El camarero le lleva la cuenta a la muerte.
La mujer que baila
sale a la calle. Respira. Hasta mañana.
Autor: Manuel Antón García
Buen relato. Me a gustado y me tenía en vilo desde el inicio.
ResponderEliminarExcelente. Un abrazo a todos.