03 agosto, 2011

La Sepulturera



En el momento que fueron soltando las sogas y el cuerpo de mi madre fue bajando a la fosa, ya no miraba, sabía que mi madre había partido y que dentro de aquel ataúd solo había un cuerpo amarillo y desconocido. Yo era aún una niña y observaba fascinada aquel entorno, las frías lápidas, los claveles marchitos, el dueto de silencio y sollozos que gobernaba aquel cementerio. La atmósfera me atrapó. Fue el instante que marcó el norte de mi vida. Pasó el tiempo y crecí y cuando mis amigas salían a divertirse, prefería ir a pasear al cementerio y disfrutar de los epitafios de los difuntos. Cuando mi grupo iba al cine, yo prefería la película del camposanto, las escenas de dolor, el desgarro de las familias, el acto del último beso, las súplicas a los sepultureros para que no soltaran la cuerda o tapiaran el nicho. Aprobé las oposiciones y fui la primera de la lista, ganando la plaza de sepulturera del cementerio donde está enterrada mi madre. Vivo plácidamente, hago lo que me gusta fuera del frenesí de esta sociedad, entre cipreses y flores cortadas, entre cuerpos que descansan. Cuerpos que escuchan sin interrupción. Los vecinos me confían a sus difuntos para que vele por ellos. Soy el oído de las penas del pueblo, seco muchas lágrimas, guardo historias y secretos familiares y me he convertido en muleta para el dolor que causa el último viaje.

He enterrado amigos y enemigos y sé que la fantasía sexual más extendida por el pueblo es acostarse con la sepulturera. El pueblo me aprecia.

Texto: Francisco Concepción Alvarez
Ilustración: Victor Pasanau
Narración: La Voz Silenciosa



15 comentarios:

  1. A Pedro Guerra también le gustaban las peluqueras...

    ResponderEliminar
  2. Curiosa forma de paranecrofilia. Las pioneras son sexys.

    ResponderEliminar
  3. ¿Y por qué no?
    Lo importante es encontrar un oficio que te apasione.
    Me gusta más ahora que lo vuelvo a leer.

    ResponderEliminar
  4. Me pasa como a ti, Ana. Ahora que lo releo me gusta más. ¿Será porque al conocer la historia, los matices entran mejor?

    ResponderEliminar
  5. Exquisito texto, la historia de una pasión que dignifica una profesión. Me ha recordado a gente famosa que tuvieron inicialmente ese oficio, como nuestro Cristo Marrero, que desde joven fue sepulturero, hasta que su triunfo en el fútbol lo alejó del campo santo para recorrer otros campos sagrados.

    ResponderEliminar
  6. Genial, sobre todo, la última frase: ser un icono sexual por ser la sepulturera... tiene tela.

    Me recuerda un antiguo relato mío que trata sobre un sepulturero... No soy la única que elucubra sobre sepultureros.

    ResponderEliminar
  7. Existen sitios bellos, pero entre ellos están los cementerios. No he visto nunca ninguno feo. Y dan mucho morbo. No hay nada como una lápida de marmol frío, con el sol de las doce de la mañana.

    ResponderEliminar
  8. Ahora que dices esto, FranCo, hace unos días vi en un informativo que se está poniendo de moda ciertos viajes turísticos a algunnos cementerios. El de París, por ejemplo, creo que es una pasada. Me parece que también habalban del de Barcelona. El trabajo para intentar la eternidad venciendo a la muerte en el propio cementerio, ha llegado a cotas realmente excelsas en algunos sitios. Siempre se ha hablado del de Sevilla, por ejemplo, como uno donde hay más tesoros escultóricos.
    Ya Zorrilla rozó la cuestión en don Juan Tenorio, en la escena del cementerio entre el escultor y el propio don Juan. Ese papel de escultor lo hizo mi padre antes de que yo naciera en una compañía de aficionados que había en Segovia y que cada año, el 1 ó 2 de noviembre representaba la obra del dramaturgo vallisoletano.
    (Vaya rollo me acabo de marcar)

    ResponderEliminar
  9. Amando, si es cierto que existen visitas turísticas por varios cementerios. Son lugares alucinates. en caunto a diseño, ambiente, escultóricos y botánicos en algún caso. Literariamente son muy buenos algunos epitafios.
    Siempre que puedo los visito, hablan mucho del pueblo donde están hubicados.

    Tu padre veo que lo tienes muy presente, aún recuerdo cuando hiciste referencia a su amada profesión y descubrimos con ello tu parte más humana y ahora compartes que también a tocado los palos de la expresión artística. Creo que aprendemos a valorar a nuestros padres cuando maduramos.

    ResponderEliminar
  10. Anónimo3/8/11, 2:15

    Besos.

    Buenas tardes, su espacio es fantastico. muy interesante.


    ──────────¸,o¤°``°¤o,¸
    ──────────(....◕¸¸◕....)
    ┼┼┼┼----───oOO—`*´—OOo─────┼┼┼​┼┼

    ResponderEliminar
  11. Mi admirado Amando:
    He leído con satisfacción, verdadera satisfacción, que tu padre hizo el escultor en don Juan Tenorio. Desde hace 5 años en una compañía murciana ese papel es el que tengo junto con Butarelli en la Taberna del Laurel. Coincidencia.
    Caballero... Dios te guarde. Perdonad más ya es tarde y...
    Un abrazo silencioso.

    ResponderEliminar
  12. Pues así es querido José, durante muchos años mi padre participó en una compañía de teatro aficionado que en Segovia, para el día de todos los santos, subía D. Juan Tenorio a las tablas. Nunca lo vi, pues su colaboración cesó al poco de casarse, si no es que en esos años acabó la costumbre, pero se lo he oído tantas veces. De hecho se sabe completa la obra.
    Son hermosas casualidades. Y ese papel tan pequeño, es sin embargo tan importante para la obra. Me alegro de que también tú lo hagas.

    ResponderEliminar
  13. Hola, he llegado a vosotros por la publicación de un relato de Elysa y otro de Mae, antiguas amigas. Me ha gustado el sitio y espero poder asomarme de vez en cuando.
    Felicidades a Francisco por el texto, a Víctor por la ilustración, así como a esa Voz silenciosa que me ha leído el cuento, con esa entonación embaucadora que me permite cerrar los ojos y escuchar. Felicidades a todos por el espacio y a Francisco por esa historia de la niña sepulturera que quedó unidad a la madre por ese cordón umbilical. Es curioso como ese final me lleva a las maravillosas mujeres sabias de historias contadas por los muertos que seducen a los hombres, aunque a algunos les de por quemarlas.
    Hasta pronto.

    ResponderEliminar
  14. Me ha chocado en un principio, pero bien es verdad que la profesión es lo de menos. Muy atractivo el texto,Y los cementerios, a veces son preciosos.Lo del morbo, conmigo no va tanto, jaja.
    Besitos, Franco.

    ResponderEliminar
  15. catherine4/8/11, 3:19

    Nunca me había planteado que hubiera sepultureras. Pero, como dice Ana,¿porque no? especialmente cuando se conviertan en muleta para el dolor.
    A mí también me gustan los cementerios, conozco varios en París, el de Montjuïc con vista al mar en Barcelona donde nos perdimos una tarde, el de Grenoble, mi ciudad, donde organizan visitas con temas de hombres famosos u arquitectura. Mi preferido es un pequeñito alrededor de su iglesia en un pueblo de montaña con la Meije, 3983 m de altitud, siempre nevada, en frente y muy cerca al otro lado del valle. Me gusta leer los epitafios, los apellidos, me gusta la vegetación.
    Me inspiran paz.
    Así que tu texto me encantó, FranCo, porque encuentro en él mi idea de la muerte y de los cementerios.
    Y me gusta también la última frase, no se podía esperar menos de ti.

    ResponderEliminar

Gracias por contribuir con tus comentarios y tu punto de vista.

Los componentes de La Esfera te saludan y esperan verte a menudo por aquí.

Ésta es tu casa.