El hombre de sus sueños se le apareció a Gregoria, la lavandera, con un anillo de diamantes.
El hombre de sus sueños se le apareció a Eleonora, la niña de la casa, traía una vasija de leche, y miel para untar el pan.
La mujer de manos ajadas, al ver en su anular la joya y en la mesa de la muchacha el néctar, dijo:
―Señorita, volvamos a soñar, yo no quiero esta piedra ―ambas estuvieron de acuerdo.
Y al despertar de la siesta, exquisiteces cubrían el mantel de Gregoria; oros y brillantes, el cuerpo de Eleonora.
No se puede confiar en los hombres de los sueños, equivocan muy fácil la dirección.
Texto: Lucía Díaz
Enhorabuena por esta publicación, Lucía!!!
ResponderEliminarOriginal confusión; la moraleja a veces cierta, aunque podría ser al revés igualmente.
ResponderEliminarBesos.
Que mal funcionan los sueños...Ya no son lo que eran, jeje.
ResponderEliminarSaludos desde el aire
Y después dicen que los sueños, sueños son. Ha sido un placer leerte.
ResponderEliminarLucia: Simpático relato. Con otra moraleja oculta: nunca confíes tus sueños a otros, te los robarán
ResponderEliminarLos sueños sueños son..pero da gusto tenerlos..un beso desde Murcia...seguimos...
ResponderEliminar¿Por qué soñaban juntas?
ResponderEliminar¡Espléndido!
ResponderEliminar¡Espléndido! como tu relato anterior que no comenté.
ResponderEliminar¡Espléndido! como tu relato anterior que no comenté.
ResponderEliminarEs cierto, los hombres no podemos soñar dos sueños a la vez. Me encantó.
ResponderEliminarMe gustó lucía, en tan poco texto tantas cosas. Cuidado con los sueños, algunas veces se cumplen...
ResponderEliminarMuy agradecida a La Esfera por la publicación y a todos los que han comentado, son ustedes muy generosos. Reciban desde Argentina un fuerte abrazo
ResponderEliminarLucía
Es difícil soñar el mismo sueño, pero si se comparte la confusión es bien sencilla. Me ha gustado el texto
ResponderEliminarSi la niña de la casa no hubiera estado ahita ya de pan y miel, su sueño hubiera coincidido con el de la lavandera, que el oro no se come.
ResponderEliminarY la pobre Gregoria ,¡cuanto pan habría comprado con esos brillantes!.
Claro que mi pragmatismo no hace buenas migas con los sueños , ni con los regalos de los hombres que desamos.
Estupendo, lucía, nunca se me hubiera ocurrido.
Gracias por tu originalidad y talento
Á.
Un texto dvertido. Bienvenida a La Esfera.
ResponderEliminarMuchas gracias Ángeles y Dacul por vuestros comentarios. Un abrazo desde Argentina.
ResponderEliminarLucía