En la noche, cuando todos duermen, el silencio afina una melodía de extraño preludios, con perros aullando a sus horribles visiones y escalofriantes sospechas.
De noche, desde hace dos días, mientras la luna brilla como los reflejos del fuego en una copa de vino, cuando todo duerme, se escuchan ruidos dentro de mi armario. Como si alguien, en tranquila desesperación, intentara abrirlo. Viviendo una condena, aceptada, dentro de él.
Hoy es el tercer día y algo en mi interior me dice que debo abrir ese armario. ¿Qué habrá dentro? Quizá
un hechicero despistado que ha equivocado su magia y se ha materializado en mi habitación. Puede que sea un dragón chino que huye de su emperador temiendo el castigo por no traer el agua a la sed de la tierra. ¿Podría ser un gnomo que ha sido descubierto y se esconde para evitar conceder deseos que, con toda seguridad, no llegarían a hacer feliz a nadie?
Hoy es el tercer día y un impulso desangelado me lleva a mi armario.
Siempre ocurre de noche, muy de noche. Aunque desde hace dos días no puedo ver bien el sol. Mi única luz es esa inmensa luna que parece colarse por mi ventana curiosa de saber qué hay dentro de mi armario. Me gustaría encender la lámpara, pero me molesta. ¡Es tan fría¡
Llevo la misma ropa de hace tres días y no recuerdo haber comido. ¿He dormido algo?. Creo que no. No tengo hambre, ni sed, ni frío ni calor. Sospecho que el interior de mi cuerpo está invadido por una pastosa greda que sacia lo que ya no soy capaz de sentir.
Mi habitación está revuelta. Es extraño, todo está oscuro pero lo veo perfectamente. Veo el desorden que silencia unos gritos, unas súplicas y unos llantos. Doy un paso adelante y piso unos cristales, pero no sangro. Ni siquiera he sentido dolor.
Los ruidos dentro del armario se hacen más fuertes, me llaman. Intuyo que me están esperando desde hace dos días.
En la puerta sigue colgado mi posters de Brad Pitt. No puedo evitar sonreírle, es como si estuviera orgulloso de ser el único que comparte la intimidad de mi cuarto. Apenas unos centímetros me separan del interior del armario, agarro el pomo, pero resbala de entre mis manos. Algo en mi interior me indica que sólo necesito desear que se abra, que mis manos ya no son necesarias.
Lo pienso y sucede. ¿Podrían suceder más cosas si sólo las pienso? Pienso en cubrir con las sábanas la cama alborotada.. Y sucede. Pienso en colocar la fotografía de mi padre, que está en el suelo, sobre mi mesilla de noche y también sucede.
Esa luz fría que sale de la lámpara ¡Es tan molesta ¡¿Quién la encendió? Puedo sentir que en la habitación hay alguien que parece estar llorando, pero no lo veo bien. Es como si perteneciera a otro lugar. Está fuera de mi alcance. Le pregunto quién es y parece no oír. Pienso que la bombilla se rompe y en el instante revienta en mil pedazos.
¡Basta ya ¡Hay cosas urgentes, tengo que ver qué hay dentro de ese armario. El interior es oscuroy aún así, veo. Al principio algo borroso. Me acerco más y ahí estoy yo. Pálida, con los ojos abiertos, la ropa manchada de sangre.
Sangre, llantos, gritos, súplicas, hombre, cuchillo.. Muerte. Todo pasa por mi mente en segundos. Ahora lo recuerdo todo. Un hombre entró en mi habitación de noche para robar lo único que no quería darle: mi vida.
Dicen que cuando alguien muere, no es consciente de su nueva situación hasta que no pasan tres días. Dicen también, que durante esos tres días se suele hacer lo mismo que se hacía cuando aún latía la vida a golpe de pulsos. Cuentan que al tercer día se encuentra un lugar que te hace comprender que ya no perteneces a este mundo. Yo lo he encontrado en mi armario.
Ahora debo caminar hacia la luz. Pero esta luz no es fría, es dulce; como mamá cuando me cantaba:
" A la nanita nana, nanita ea, nanita ea. Mi niña tiene sueño, bendito sea, bendito sea.”
Texto: Esther (Mae)
El ambiente que has ido pintando a lo largo del relato ha sido muy sólido. Casi he podido sentir esa angustia y esa incertidumbre de la protagonista. Enhorabuena Esther. Sigue trayéndonos tus textos a La Esfera.
ResponderEliminarDe algo tan duro casi has hecho un cuento de hadas.
ResponderEliminarTúnel de luz, desorientación, enajenación de conciencia... ¿Quién podría saber lo que se vive -o se muere- en el más allá?
ResponderEliminarEste relato de comienzo lírico, continuación inquietante y final "espeluznante" me ha parecido una excelente muestra de buena literatura. Felicidades, un abrazo Á.
Una vez más, Mae, tus letras nos sacuden el alma.
ResponderEliminarMe alegra mucho que te lanzaras a compartir tu talento con nosotros.
Un abrazo.
Gracias a todos y , nuevamente, a La Esfera, por deteneros un momento conmigo.
ResponderEliminarTodas las culturas tienen mitos?, teorías?, conocimientos? acerca de lo que suele suceder después de la muerte.
ResponderEliminarTu relato me ha fascinado, posiblemente, porque ha conectado con experiencias que me han tocado muy dentro.
Enhorabuena y un abrazo
Por Dios Mae, qué miedo, y que talento tienes. Consigues atrapar al lector, que aunque sabe que está muerta no sabe que dentro del armario está ella. Cuánta lírica en este macabro relato. Yo, cuando sea joven quiere ser como tú.
ResponderEliminarExactamente eso he sentido yo por muchas ocasiones, he pensado: y si hace 3 segundos alguién golpeó mi carro y simplemente es mi mente negandose a lo que pasó? a veces hasta siento que quizás ya mori hace meses y mi espiritu se niega aceptarlo. Y si este escrito es de unespiritu en negación?
ResponderEliminarEster, me ha gustado cómo manejas el ritmo del relato,para que el lector entre en él y cuando llega el momento en que uno podría salir corriendo, ante lo que ya es inevitable, es imposible, porque nos has atrapado.
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