─¿Su mujer? --Preguntó el barman mientras adornaba las caipiriñas con alegres minisombrillas de colores.El rostro se le retorció con una expresión entre duda y extrañeza.
─Tiene muchas perras. ¡Qué le vamos a hacer!
Lo esperaba en la orilla, recostada en la hamaca, con el pelo encrespado de tanto tinte, las carnes colgonas renegridas por el sol y su sonriente boca arrugada mostrando una dentadura gastada por el tiempo.
─¡Qué bueno que te haya tocado la lotería mamá!
─ Y mejor premio aún que me hayas querido acompañar en este viaje. El que me prometió tu padre desde que nos conocimos.
Sus ojos se aguaron mientras le daba un sorbo a la bebida y apretaba fuerte la mano de su hijo invitándolo a sentarse a su lado.
Ambos se quedaron juntos, abrazados, vigilados por la atenta mirada de un camarero que retorcía su imaginación y juzgaba indignado lo que no conocía.
Dan ganas de sonreír y también de echar una lágrima. Dos refranes: nada es lo que parece y siempre el tiempo te da la oportunidad de realizar un sueño, solo hay que buscar y esperar a que te toque la lotería... Aunque en este caso, el premio llegó algo tarde. ¡Qué bueno Inma!
ResponderEliminarAy, ay, las historias fraguadas en una cabecita calenturienta. Aunque quizá -ahora me convierto en defensor del diablo, y pongo una vela por el camarero- si se ha equivocado en este caso, en otros similares no se equivocó o no se equivocará. Es malo generalizar -además de injusto y peligroso- pero si metió la pata, seguro que la experiencia de los veranos en el chiringuito sirviendo caipiriñas, le ha dado más de un motivo.
ResponderEliminarY barrunto, además, que no será el barman el único mal pensado, hasta que llega a nuestros oídos la aclaración del hijo.
Me ha gustado, como los prejuicios nunca son buenos. Me hubiera gustado más si a la madre no le hubiera tocado la lotería, pues quedaría claro que es simplemente un hijo con su madre, no que así, al aparece el dinero queda la duda del amor del hijo. Pero vamos, problema mío.
ResponderEliminarMuy bueno. Directo a los prejuicios estúpidos que nos formamos sobre los demás.
ResponderEliminarUn saludo afectuoso.
Muy bueno, Inma. A veces, nada es lo que parece. Tiene su punto de ironía y de ternura.
ResponderEliminarBesos con el premio del sol, que ya mw basta.
Excelente, ternura con la madre y ironía en la respuesta al camarero indiscreto. Me gusta mucho, Inma.
ResponderEliminar─¡Qué bueno que te haya tocado la lotería mamá! Esa es la frase clave, tal y como apunta Ximens, creo que es lo que parece, el hijo tiene claro que el dinero es de su madre. No habla en primera persona del plurar. No me queda claro el amor del hijo por la madre.
ResponderEliminarNos quedamos como el camarero retorciéndonos la imaginación y juzgando indignados lo que no conocemos.
Qué dichosa manía tenemos los seres humanos de juzgar a los demás!
ResponderEliminarLa salida del hijo, fantástica!
Me ha encantado este relato tan fresco, tan despreocupado.
Un abrazo bien grande
Quizás llevéis razón Ximens y FranCo, aunque la intención es la que comenta Catherine la ironía para un camarero indiscreto.
ResponderEliminarGracias a todos por vuestros comentarios.
Aunque a la madre le haya tocado la lotería, ello solo asegura la posibilidad de ir al Caribe de lujo, no el amor filial, y menos aun la compañía y los cuidados.
ResponderEliminarPero siendo las penas con pan mucho menores : " que bueno que te haya tocado la lotería " que nos permite tomar kaipiriñas de lujo y no tener que dar explicaciones.
Muy original y muy bello el homenaje a la madre.
Un abrazo. Á.
Me gusta por ese punto donde nos recuerda que no debemos juzgar sin saber. Bien reflejado el tema de los prejuicios.
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