Bajo la ventanilla, el polvo del camino ha cubierto el verde del coche antes tan mimetizado con el monte. Terminas el cigarro y carraspeas. Siento que me vas a hablar, como siempre me echarás en cara lo despistadas que soy. Pero no, largas un enorme bostezo. ¿Sueño?, ¿hambre?, ¿aburrimiento? No sé. Te veo encender la radio, pero el dial da vueltas y vueltas. No se sintoniza nada en este lugar. Sacas entonces tu iphone, tampoco tienes cobertura. Perdido en medio del monte sin contacto alguno con la civilización excepto conmigo. Supongo que entonces tomas conciencia de mi presencia y me vas a hablar. Pero no, sigues en tu
mundo y yo el camino. A las tres horas de pedregoso recorrido el cuatro por cuatro llega al final de la senda. Espero no haberme equivocado de nuevo. Pero el cartel lo pone claro, “Campamento del Barranco del Infierno”. Al bajar del vehículo el calor aumenta y si no he calculado mal aún nos queda unos cuarenta minutos a pie por una vereda seca que desprende un calor diabólico. Se cala por la suela de las botas. Las mochilas en la espalda la enaguan de sudor. Chorreo por mis mejillas hilitos de mí. Tú me sigues atrás aún callado. ¿Quién me mandaría a mí elegir este lugar para unas vacaciones? Yo intuí que te gustaba la naturaleza, que te encantaba caminar, el aire, el sol, pero dudé al volverme y ver tu cara roja, crispada del sofoco.No habíamos andado ni diez minutos y tuvimos que parar. Justo cuando nos sentamos bajo la sombra de un pino centenario, vimos venir hasta nosotros a unos guardabosques. Que si estábamos locos, que si no sabíamos que estábamos en alerta de calor, que el acceso había sido cerrado, que no se nos ocurriera encender un fuego, que diéramos la vuelta y volviéramos por donde habíamos venido.
Fue entonces cuando te decidiste a hablar y tan solo me dijiste. -La verdad Sonia, eres un desastre organizando vacaciones.
De eso ¡hace tantos veranos! Desde entonces viajo en primera, hago cruceros en enormes barcos de categoría, he recorrido toda Europa y parte de América. Este año voy a ir a Japón. A tus tres hijos les encanta ir de acampada.
Relato inquietante. Final abierto para que uno se imagine lo que quiera, pero un diría que el compañero de Sonia no salió bien parado del "Campamento del Barranco del Infierno"... Claro que con tan tremenda ola de calor.
ResponderEliminarUn buen corte de mangas de la protagonista, Sonia.
ResponderEliminarSaludos afectuosos.
Me ha impresionado la conversación tan apasionante entre la pareja, jaja. Después de eso, cualquier cosa es válida.
ResponderEliminarBesos Elena.
Ah! El dulce sabor de la revancha!
ResponderEliminarMuy bueno.
La protagonista ganó con el cambio. No hay mal que por bien no venga.
ResponderEliminarSe siente el calor, el polvo y el hastío tras su lectura. ¡ Estupendo final!
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