09 febrero, 2013

Las voces bajas - Manuel Rivas



Titulo: Las voces bajas
Autor: Manuel Rivas
Editorial: Alfaguara
Precio: 17,50 €
ISBN: 9788420411507

Este pasado mes de enero cayó en mis manos el libro "Las voces bajas" de Manuel Rivas. Era el primer libro que nos propusimos leer en el club de los 1001 lectores, al que os recomiendo que os apuntéis, una iniciativa ambiciosa de nuestra Esfera Cultural que nos permitirá aprender mientras leemos, una iniciativa que aspira a ser el club de lectura más grande del mundo.
Empezaré diciendo que Las voces bajas no es una novela. Lo digo de entrada porque me hubiera gustado saberlo antes de empezar a leerlo y no darme cuenta yo solo cuando iba ya por mitad del libro. Está escrito en forma de relato autobiográfico o diario de experiencias y narra, de una manera casi poética, cómo las vivencias entran de a poco en la infancia y la adolescencia así, a hurtadillas, como voces bajas o susurros. No hay un hilo conductor. Es como una sucesión de relatos que no tienen que ver unos con otros. Bueno, mentira. Quizás sí que haya un hilo conductor y se llama de María, la hermana del narrador que intuimos o seguro que es el propio Manuel Rivas. María siempre está presente hasta que deja de estarlo, y se adivina que ella es una presencia que marca, que va apuntalando el viaje de Manuel hasta la edad adulta.
No debe leerse Las voces bajas como una novela, más bien como un libro de relatos. Si se lee así, a quien le guste el verso en prosa o la prosa recargada de imágenes poéticas, disfrutará de muchos pasajes de Manuel Rivas en su libro, algunos cargados de ironía y otros cargado de melancolía. Me gusta su ironía, la ironía gallega:

"Hay una conversación que nunca olvidaré. Una propiedad inmaterial, del departamento de grabaciones
no autorizadas de la infancia. Una de esas en que, en el libro de la vida, se da a conocer de forma
espontánea la boca de la literatura. Vivíamos ya en Castro de Elviña. Aquel invierno entró a nado en
Galicia. Fiero, hosco y frío. Un aguacero interminable. Días sin poder trabajar, con el viento aullando
por los huecos de las obras. Mi padre lleva días inquieto, acorralado, soltando golpes de vaho en la
ventana, desde la que puede verse maniobrar la décima legión de las borrascas.
De repente, estalla:
—¡Quién me diese una semana en la cárcel!
Mi madre está haciendo calceta. Va a venir un ser nuevo. Está en camino. Lleva días, semanas, calcetando piezas de ropa muy pequeñas, a medidaque su vientre se agranda. Las largas agujas metálicas se han convertido en una prolongación de sus manos. Al detenerse de repente, entrecruzadas en el aire, crean una expectación.
—¡Y a mí siete días en el hospital!
María y yo estamos haciendo los deberes escolares en la mesa de la cocina. Nos miramos. ¿La cárcel? ¿El hospital? El futuro promete..."

Si no está preparado el lector con lo que se va a encontrar como a mí me ocurrió, puede que se lleve una decepción. Los que lo leyeron y me oían decir "pero es que este libro no me está contando nada" me decían, "espera al final y verás por qué está escrito así", y tenían razón. Esto me hubiera gustado saberlo al principio, por lo que yo les recomiendo que se lo lean despacio, no más de un capítulo por vez y que disfruten del camino. Lo que sí no se le puede negar a Manuel Rivas es la recreación del paisaje y del ambiente que rodea las vivencias que relata. A mí me ha trasladado a esos paisajes donde nunca he estado pero que después de leer Las voces bajas, parecieran que formaron parte de mi vida. Debe ser que también fui niño como él, y que mi padre emigró a Venezuela como el suyo, y que vivir en la infancia en la Isla de El Hierro no ha de ser tan distinto a los ojos de un niño, que haber crecido en un barrio como Monte Alto "la proa de ese barco de piedra" que es A Coruña.

Puedes leer aquí el primer capítulo.

Y aquí puedes ver una entrevista al escritor para saber algo más de él:

Crítica: Miguel A. Brito

8 comentarios:

  1. Gracias Miguel por esta magnífica reseña y por recordar el propósito que tiene El Club de los 1001 Lectores.

    ResponderEliminar
  2. Aquí mi reseña del libro, que ya comenté en el FORO del Club:

    Hace años llegó hasta mí una palabra: saudade. Busqué su definición y hasta la fecha no había encontrado la oportunidad de aplicarla en ningún texto o conversación y creo que si tengo que calificar a “Las voces bajas” lo haría como la novela del saudade. Un libro que parece un ejercicio de la reconstrucción de la memoria por parte del autor. Una novela que nos transporta a la Galicia de principios de los sesenta desde la óptica de un niño, el narrador. 
    Es importante advertir al lector que el libro es un conjunto de ¿relatos? ¿hechos? En el que das por hecho que es un libro autobiográfico, sin plantearte la más mínima duda, pues el despliegue de datos, fechas, lugares y hechos que hace el autor hace que no te plantees que pueda ser una obra de ficción. Ese despliegue documental al que me refiero, creo que puede ser muy atractivo para los nativos de Galicia y para todos aquellos lectores que conocen, o mejor que, conocieron esa época en esa región. Para el resto se puede hacer un poco pesado y farragoso. Cabe apuntar que el libro viene ilustrado con aproximadamente una docena de fotos de la época y que particularmente me sacan de la historia que cuenta cada capítulo. La ambientación que crea el autor, está muy por encima de las fotografías.

    Tras leer el libro me plateo quien o quienes son los protagonistas. Aparentemente es el niño que rememora su época de niñez, junto a su inseparable hermana María. Pero ellos son personajes pasivos, no intervienen en nada, su presencia no hace que cambie nada, no toman ninguna decisión. Un ejemplo claro es un párrafo donde el niño interviene en una pelea, pero no fue él quién la buscó, ni quién la organizó. Le tuvieron que empujar para verse metido en ella. Creo que los verdaderos protagonistas son cada uno de los personajes, aparentemente sin importancia que aparecen y desaparecen en el libro, pero que tienen una voz baja, gente anónima. Personajes como su padre, un hombre que padece vértigo y que lo intenta superar enfrentándose a el de forma directa en los andamios, un hombre que le declara la guerra a las compañías eléctricas apagando por sistema las luces, un hombre que lucha golpe a golpe contra las rocas en busca de agua y en un empeño a sangre. Y su madre, una mujer verdaderamente de voces bajas, una mujer que “llevaba por fuera la corriente de la conciencia. Era un cuerpo abierto. Hablaba ella. Y en ella, otros.” A la que siempre se le veía moviendo los labios en un continuo meditar sonoro.

    Tengo que confesar que empecé a leer el libro con muchas expectativas. Está escrito en un lenguaje lírico, cuidado, brillante. En cada párrafo encuentras alguna genialidad, pero empiezas a desear que ocurra algo y van pasando los capítulos y comienza una sensación de tedio. Sucede que aproximadamente en los cuatro últimos capítulos, el autor parece que tiene prisa, tal vez por concluir y da un salto importante en el tiempo. Y comienza a utilizar un lenguaje un poco más prosaico y el libro me hace que levante un poco el vuelo y ganas de terminarlo. Dónde el autor narra la vida de meritorio en un periódico local, los primeros años de su vida profesional. Aún así encontramos joyas como “hasta los horóscopos son literatura”.

    Cuando se hace crítica de un libro “jamas” se realiza una valoración de la portada y la maquetación. Pienso que también forma parte del libro. Es un conjunto y yo por defecto profesional lo haré. Una portada de apariencia minimalista, donde a primera vista solo aparecen una hojas verdes, que no sé identificar a que especie pertenecen, pero que tienen sutilmente impresas fotos retro, haciendo una alegoría al recuerdo. Y una genialidad me parece el elástico que simula estar cerrando el contenido del libro. Y es que no hace falta diseñar una portada barroca y compleja para crear una portada interesante. Una genialidad que solo es reconocible si reparas en ella.

    ResponderEliminar
  3. Resumiendo el anterior testamento:

    Creo que “Las voces bajas” es un libro escrito bellamente, de forma lírica y que fotografía sensaciones, resultando un ejercicio de reconstrucción de una época pasada del autor.

    Pienso que el target de lectores al que mejor puede ir destinado es al de personas por encima de los cuarenta años, que le guste una literatura evocadora y de sensaciones, dónde prime más el verso que la acción y la trama.

    El autor tenía mimbres suficientes y material para escribir otra novela con un hilo argumental. Manuel Rivas tiene una prosa maravillosa para crear una novela muchos más comercial, pero de igual o superior calidad. Pero igual lo que pretendía era hacer un ejercicio de satisfacción personal.

    ResponderEliminar
  4. Efectivamente, como ya hemos comentado en el foro de la lectura, no se trata de una novela al uso. Más bien se encuadraría en el apartado de literatura memorialista, porque en este relato con tantos ribetes poéticos, lo único que sucede es el recuerdo de los momentos de la infancia, adolescencia y primera juventud de la vida de Rivas, pero seleccionados con un objetivo, como si fueran la respuesta a una pregunta: ¿Qué ha hecho posible que sea escritor? Y la respuesta se va desgranando en el texto: las cosas pequeñas, las voces bajas que van susurrando las verdaderas claves de la vida.
    Excelente reseña, Miguel Ángel

    ResponderEliminar
  5. Fantástica tu reseña, Miguel. Ojalá la hubiera leído antes que el libro, así no me habría llamado a engaño.

    ResponderEliminar
  6. Miguel muy buena aportacion a los comentarios sobre el libro del mes de Enero,como ya dije en mi comentario sobre este libro, es una obra autobiografica, cuenta sus vivencias al lado de su hermana y sus padres en un barrio de Coruña en los años de la dictadura, como tu muy dices MIguel no es una novela al uso, es un relato prosaico e intimista.

    ResponderEliminar
  7. No he podido acabarlo todavía, no es una novela al uso pero la verdad es que es muy buena.

    ResponderEliminar
  8. Dácil Martín10/2/13, 1:18

    No he acabado aún el libro y no me importa si quiera leer las reseñas tan amenas que exponen y con las que coincido en buena parte. Tal vez sea eso,saber de antemano que no habrá desenlace en el libro, lo que hace que disfrute de su lectura de una manera diferente, pues, por contar, Manuel Rivas lo cuenta todo y de qué manera. Escribe tremendamente.
    Miguel Angel, me ha gustado mucho la reseña.
    Abrazos

    ResponderEliminar

Gracias por contribuir con tus comentarios y tu punto de vista.

Los componentes de La Esfera te saludan y esperan verte a menudo por aquí.

Ésta es tu casa.