Está bajo el sol de la tarde, pisando con sus zapatos gastados la misma arena que en otras épocas estuvo bajo treinta metros de agua. Enciende un cigarrillo y trata de concentrar la mirada en ese círculo de llamas pequeño para no ver el otro, el que brilla enorme en el cielo, el que lo sofoca de calor y le hace doler la cabeza y ya lo tiene harto. Maldice el lago que no está, el arroyo al que ha quedado reducido, la sequía. De pronto una sombra lo cubre. Observa por encima de su hombro y ve que a sus espaldas, en absoluto silencio, acaba de encallar un barco de vela, muy antiguo, sin tripulantes. Siente que su corazón se desplaza generando otros corazones que laten en las sienes, en la garganta, en las piernas. Siente que el corazón de las piernas le está fallando, teme caer sobre la arena ardiente. Desesperado por encontrar un punto de apoyo gira, recuesta la frente sobre el cuerpo del barco que huele a sal. El olor lo descompone, lo ofende, porque es olor a mar, porque esa arena resquebrajada que está pisando con sus zapatos gastados, jamás conoció el mar. Y él tampoco. Ni le importa. Recuerda que cuando aquel profesor maniático de historia hablaba de las grandes batallas marinas o de los ciclones que hacían naufragar las naves, él jamás atendió.
—¿Por qué no estudia? —Porque el mar está lejos, es de otra gente. El barco trae a su memoria desavenencias que había olvidado. Retrocede algunos pasos, lo mira como se mira a un ser peligroso. Reconoce que sus líneas tienen belleza pero es una belleza agresiva, que lo descoloca y logra que ahora él se adivine más feo que hace un rato cuando el intruso no estaba, logra que se sepa más imbécil. Continúa mirándolo fijo, quizá se trate de un galeón español, quizá aún conserve su carga de ídolos de plata robados. Un hilo de baba se escurre por sus labios, agua salada que apenas toca el suelo, desaparece. —Si un animal mediocre se enfrenta al fantasma de un animal espléndido, ¿quién ganaría la pelea? —se pregunta en voz alta. Desde el centro de su vientre, donde siente latir al más alocado de sus corazones, saca la fuerza que necesita y con un movimiento torpe, arroja su cigarrillo aún encendido contra el velamen del fantasma. |
Patricia, suena a apocalipsis, a final, a ese instante en que todos los corazones que nos surgen están a punto de colapsarse.
ResponderEliminarPatricia es fan´ástica creando atmósferas, mundos, con historia y simbología detrás, removiendo sentimientos. Es difícil permanecer impasible ante ella, como es difícil para el protagonista cuando ve el barco.
ResponderEliminarNo sé si los que la leemos somos seres mediocres, sólo se que ella es una animal espléndido y que nadie tirará un cigarro encendido a su imaginación.
Un beso lleno de agua de mar
Me he perdido entre el lago y el mar.
ResponderEliminarEl galeón no puede estar en el lago, que ha retrocedido por la sequía. Si está en el mar, no hay lago.
¿Es otra metáfora?
Me ha encantado la forma de relatar, la imagen tan potente de ese barco fantasma, de la pequeñez del hombre frente a él y de su desafío.
Sin embargo, mi alma prosaica necesitaría tener un rumbo fijo al que dirigir mi atención.
Quiero decir, "si el barco estABA en el mar" que, aunque he andado algo perdida, he captado que el barco estaba varado en la arena.
ResponderEliminarCreo, Armando, que todos sufrimos nuestros propios apocalipsis. La cuestión es surgir enteros, luego, a pesar de ellos.
ResponderEliminar'Agrandada' por tan generoso comentario, ahora tengo un mar dentro del corazón.
Gracias, querida Luisa.
Nada de alma prosaica, Ana, tu observación es justa. Lo pensé de este modo: puesto que el protagonista tiene un problema de escasez de agua y está resentido contra todo lo que el mar simboliza, me agradó la idea de ponerlo enfrentándose, justamente, con algo que necesita estos dos 'enemigos' (agua y mar) para existir
Valga aclarar que mi ciudad sobrevive gracias al dique que se construyó a partir del lago San Roque. En esta época del año todos los cordobeses (Argentina) comenzamos a esperar las lluvias con preocupación
Un abrazo
Amigos de La Esfera Cultural, lamento el retraso en comentar la dicha de verme en vuestra página sumada a la agradabilísima sorpresa de la grabación: estuve ausente por algunos días.
Muchas gracias
Patricia
el mediocre, sin dudas, intentará reducir a cenizas lo espléndido.
ResponderEliminarun texto magnífico Patricia!!!!!
te envío un abrazo admirado amiga!!!
El mediocre en su ignorancia y la fuerza que está le dá intentará abatir sin descanso al espléndido... tal vez aprovechando su vanidad..
ResponderEliminarPrecioso texto mi niña..
Un besito... mediterréneo.
Después de leer el comentario de Luisa...que más decir. Suscribo sus palabras una por una.
ResponderEliminarSiempre me sorprenden tus textos llenos de imágenes fantásticas.
Besos desde el aire
Un texto sólido, sensible y de una lucidez crítica admirable.
ResponderEliminarUn trabajo destacable, algo que es muy habitual en la prosa de Patricia.
Mis felicitaciones a la autora por este regalo delicioso y a la Esfera por el acierto de publicarlo.
Un abrazo,
Maravilloso enfrentamiento entre estos dos seres. Has creado una atmósfera que se debate entre la fantasía y la realidad.
ResponderEliminarFelicidades por el maravilloso relato y por su publicación.
Besos.
Tiene tu texto imágenes fantásticas, llenas de simbolos que nos hacen visualizarla de una manera completa. Muy buen texto, Patricia, como siempre.
ResponderEliminarBesitos
Como es habitual en ti, un relato extraordinariamente bueno.
ResponderEliminarIntenso. La parte en que el corazón le late en dos o tres sitios, genial. Me pregunto si padece un espejismo parido por el sol y engendrado por las clases de historia. Es muy, muy bueno. Se masca el calor.
ResponderEliminarEscarcha, Gala, Rosa, Pedro, Atenea, Elysa, Cybr., Montse, muchísimas gracias por vuestros generosos comentario, amigos!!!!
ResponderEliminar¡Qué gran retorno, Patricia! La riqueza de las imágenes descriptivas y la metáfora del agua son tan potentes como ese tono apocalíptico que cierra el relato. Siempre se sale de tus lecturas con un eco mítico resonando en la memoria.
ResponderEliminarAbrazos admirados.
Patricia, Córdoba linda. Sos alucinante en tus textos, es como estar entre lo real y la fantasía.
ResponderEliminarUn saludo grandote.
Susana, Luna, muchas gracias por vuestros comentarios!!!!!!
ResponderEliminarEste texto te deja sin aliento de principio a fin. El clima de tensión, de temores expuestos a flor de piel... Magnífica joya, Patri. Otro pase de magia!
ResponderEliminarBeso admirado, mi amiga linda!