25 noviembre, 2011

Se nos acabó el amor


Me siento deprimido. Cansado. Ha transcurrido un año completo y nada ha cambiado. ¡Qué digo! Claro que ha cambiado, simplemente ha ido a peor.
Pese a nuestras evidentes diferencias, cuando empezamos a vivir juntos, yo me sentía bien con ella. No fue una fácil. Ella me desconcertaba continuamente. No comprendía por qué unas veces era tan cariñosa y me sobaba por todas partes, y me decía que yo era la alegría de su vida, un poco agobiante, la verdad; y otras era arisca, lindando con la agresividad. Este comportamiento solía coincidir con los días en los que regresaba del trabajo como un ciclón caribeño. Tenía hasta otra manera de abrir la puerta. Presentía que se avecinaba el temporal según como introdujera la llave en la cerradura.
En cuanto veía el destello de su mirada, me apartaba prudentemente hasta que había pasado la tormenta, hasta que ella venía a buscarme. El ciclón caribeño se había transformado en
un viento fresco con aroma silvestre. Y yo, naturalmente, cedía a sus carantoñas. Pero por debajo de mi cesión empezaba a acumularse el mal gusto de ser un incomprendido. Me sentía tan acogotado que empecé a probar diferentes estrategias para mantenerla a raya.
Probé la táctica de mirarla a los ojos, muy serio, con el ceño fruncido, solicitando su atención, pidiéndole que no me obviara por no ser como ella. No funcionó. Meses más tarde, en vista de que nada surtía efecto, que nuestra relación empezó a ser francamente difícil porque cada vez eran más las ocasiones en que llegaba hecha un basilisco, que había que salir a pasear cuando a ella le apetecía, lloviera o nevara, que la hora de la comida o la cena se alteraba sin orden, que su carácter era cada vez más agrio, decidí utilizar la estrategia de la lástima, pero lo único que logré fue complicar más la situación, irritarla y que me chillara. Eso fue hasta hace poco. De nuevo he cambiado la estrategia. Ahora me he convertido en una sombra que se agazapa en el último rincón de la casa en cuanto oigo el ruido de la llave en la cerradura. Sólo me siento a gusto cuando me quedo solo, aunque algunos días me quedo sin probar bocado porque a ella se le ha olvidado ponerme la comida en el plato.
Esto es una vida de perros, ¿por qué dicen que los perros somos los mejores amigos del ser humano? De verdad que no lo entiendo.
Texto: Elena Casero.
Narración: La Voz Silenciosa

14 comentarios:

  1. Sería conveniente que los perros supieran con quién se van, porque luego es difícil que te concedan un cambio de dueño.
    Muy bueno, Elena.
    Lamentablemente el ser humano trata a los seres vivos de su entorno desde la única perspectiva de su estado de ánimo y algunas personas, más que estado de ánimo viven en montañas rusas.

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  2. Pobre perro. Yo creo que va a acabar psicótico. Hay cada dueño por ahí. Me ha gustado mucho Elena. Los seres humanos, a veces, también nos sentimos así, llevando una vida de perros. Un beso.

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  3. recuerdo haberlo leído en el blog de Elena, muy bueno.

    biquiños,

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  4. Me ha gustado la escena. Los perros son casi como nosotros y hay que tratarlos siempre del mismo modo. Pobres! en otro caso acaban como los humanos, psicóticos, jaja. Y se les acumula el "mal gusto"; creo y, es solo mi opinión, que quedaría mejor "el regusto", pues no queda tan claro. Por lo demás, es un texto estupendo.
    Besos, Elena y moviendo el rabo.

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  5. Estoy convencida que este sentimiento perruno es compartido por muchos humanos en su convivencia diaria. Un texto con un mensaje importante.

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  6. Pobre perro. La dueña quizás tenga sus mil razones para olvidarse de él, pero no me convencería con ninguna.

    Afortunadamente también hay perros queridos.

    Un saludo

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  7. Amparo Sanz25/11/11, 14:36

    Me ha gustado más aun cuando lo he leído por segunda vez....me da un poco de vergüenza reconocer que la primera he pensado todo el rato que era su novio, no su perro, el que se quejaba. Me ha encantado,¡Qué pensarán los pobrecillos!.. Tu sobri.

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  8. Muy bueno, Elena. Nos haces creer en un marido que trata de flotar en el oleaje. A medida que avanza el relato como lector empiezo a sospechar por donde vendrá la sorpresa pues me resultaba un personaje muy buena persona, demasiado, es decir de los que no quedan. Y claro, el final lo aclara todo. Ahora iré a por la segunda lectura obligatoria.

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  9. Muy buena historia y muy bien contada.
    Enhorabuena, Elena
    Un abrazo

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  10. Como una parábola, describes los sentimientos del perro, fácilmente exportables a los de un ser humano.
    Me ha gustado, Elena. Incita a la reflexión y transmite mucho en poco espacio.
    Un beso.

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  11. Todo el relato pensando que hablabas del novio o marido...Bravo Elena!!!

    Besos desde el aire

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  12. Y yo también. Es la sal de la historia, decimos por aquí.
    Enhorabuena, Elena.

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  13. muchas gracias a todos por vuestros comentarios. y a la Esfera por hacerlo girar en la radio.

    Me alegro de haber conseguido mi propósito: que hasta el final no se supiera quién era el agraviado.

    Un beso para todos,

    Elena

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  14. Hola Elena, una estupenda historia muy bien contada. Justo hasta el final pensaba en su pareja. De todas formas no sé si mi pensamiento estaba equivocado, y la figura del perro es una metáfora.
    Abrazos.

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