Pedro tenía loca a Sonia. Los dos hacían triquitriqui, triquitrú por la noche en el parque. Los abuelitos y abuelitas suspiraban ¡ah!, ¡ah!, y a alguno que otro se le fue la mano temblona y aquello parecía un aspersor. Un espermatozoide espabilado cogió carrerilla y en el último estertor entró a saco en el chimberi, chimberi de Sonia, que tenía hecha la depilación brasileña, preparada para el polvorón que se le avecinaba. En Navidad nació un niño con cara de abuelo de parque salido y Pedro se mosqueó porque no se le parecía en nada. Se fue al parque a buscar al abuelo e hizo un pastel de carne picada con él para la cena de Nochevieja. |
24 diciembre, 2011
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