26 marzo, 2012
Vivir sin narices, no es tarea fácil
Cuando mi madre vio mi cara al salir del túnel de su cuerpo me dio de bruces contra el suelo del susto. Si hubiese tenido narices, me las hubiese dejado en aquel momento.
Según fui creciendo la cosa se complicó aún más, me veía obligado a pegar mi cara a todo para poder olfatear y claro esto no gustaba nada, producía un inmediato rechazo en todos los que me rodeaban. No fui un niño feliz, creo que ni siquiera fui un niño. Me sentía como un pequeño perrillo faldero al que sus dueños sólo obsequiaban con patadas.Otro gran problema se me presentó cuando el oftalmólogo me recomendó ponerme lentes para corregir la miopía. No había manera de que aquellas malditas gafas se quedasen sujetas a mi cara. Tuve que pegarlas con cinta aislante negra, todo un cuadro. A pesar de mis dificultades no vivía amargado y no ocultaba al mundo mi falta de apéndice nasal, yo era así, desnarigado…Si a la gente con narices, le hace falta echar un par para afrontar la vida, poneos en mi lugar…A mi me sobran narices.
Texto: Rosa MartÍnez Famelgo.
Narración: La Voz Silenciosa
Más relatos "Con un par de narices", aquí
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¡Qué bueno!
ResponderEliminarRosa, la ironía de la vida siempre nos hace reflexionar.
Has hecho un micro excelente. Voy a ver si consigo tener en breve el Google+ para dejarte uno.
Besicos
En este caso desde luego no le sobran narices, Rosa qué buen micro has hecho, me gustó lo bien que reflejas las sensaciones de niño como perrito faldero que tratan a patadas.
ResponderEliminarUn beso,
Excelente contradicción de ese personaje sin narices pero sin embargo con más narices que nadie. Toda una lección de vida. Un besazo y un +1.
ResponderEliminarMuy bueno, Rosa, con moraleja y todo al final. Felicidades
ResponderEliminarUn abrazo
Para qué harán falta las narices si se puede vivir sin ellas.
ResponderEliminarMuy buen relato, Rosa
Abrazos
Ja este pobre se tenía que pegar las gafas. Otrosconozco que podrían hacer contrabando de ellas. Un beso.
ResponderEliminarMuy divertido!!
ResponderEliminarRosa, aunque tu relato pueda parecer cómico y con sentido del humor, que lo es y mucho, encierra en sí el problema de los complejos y esa extraña actividad que tenemos los humanos de rechazar a los diferentes. Me imagino que una vida sin nariz no debe ser fácil.
ResponderEliminarMuy bueno.
Mucha suerte en el concurso.
Besoss
jajajajaj, un Cyrano al revés. Coincido con Nicolás, decís en tono de broma lo que en realidad es un drama.
ResponderEliminarExtraordinario, Rosa!!!!
Ahí va mi +1
Me ha encantado, saludos.
ResponderEliminarMe gusta esta disociación de ideas que has hecho Rosa. Este pobre niño tiene mucho arrojo pero poco apéndice....difícil solución.
ResponderEliminarUn besote.
Pues sí señor, a falta de unas buenas narices físicas, el muchacho le echó un par... de razones.
ResponderEliminarBesotes, Rosa.
Los diferentes tienen que echarle narices a la vida para salir adelante.
ResponderEliminarMuy bien, Rosa, me has dado mucho en qué pensar.
Así debiéramos actuar. Así.
ResponderEliminarEs divertido sí, pero tiene narices la cosa cuando eres diferente hay que echarle narices al asunto. Mira todo lo que se me ha ocurrido en un momento.
ResponderEliminarBesitos, muchos
Buen texto, eso si que tendríamos que aprender más de uno, echar pa lante con narices.
ResponderEliminarTremendamente irónico el final.
ResponderEliminarGracias La Esfera por la publicación, es un gusto girar con vosotros... Y gracias a todos por vuestros comentarios que son la mejor parte de esta aventura...
ResponderEliminarBesos desde el aire
Jjaj, lo de la cinta aislante es buenísimo, Rosa. Es cierto, hay que echarle narices para vivir sin narices...
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias a La Voz Silenciosa por la narración.
ResponderEliminarBesos desde el aire