09 abril, 2012
Derechos de autor
Cuando desperté me sorprendió encontrarme al final de una larga fila de personas con el rostro amarillento, como barnizado, que hacían cola delante de una mesa entre nubes. La mayoría vestía sábanas blancas a modo de túnicas, otros llevaban puestos trajes y vestidos de boda, casi todos descosidos por la espalda. Me miré y reconocí mi alcanforado traje de novio. Estaba claro, no había hecho caso al médico: abusé de los chuletones de Ávila y las cervecitas Mahou.
—¿Javier?, bienvenido, escritorcillo —me dijo con sorna un ser con cara angelical cuando me tocó el turno—. ¡Anda que ya te vale!, pasa y sitúate en la zona de los ateos, ¡cabezón! —me ordenó.
Entré en un lugar inmaculadamente blanco, una pradera de nubes en flor, como si todos los cerezos, almendros y jaras hubieran desprendido allí sus pétalos. Otro ángel me entregó unas láminas de arcilla y un cincel, luego me dijo que escribiera un millón de veces la frase «¡Anda, estaba equivocado, Dios sí que existe!», e insistió en que no adjetivara.
Tomé las herramientas de escriba y me aparté al lado derecho de la pradera, cerca del lugar donde pastaban unos camellos. Mira que le había dado vueltas durante años hasta que llegué a la conclusión de que todo esto era una patraña de los curas, que se lo habían inventado
para amedrentarnos, para que soportáramos todas las injusticias, para tenernos sumisos ante los poderosos con la promesa de conseguir una parcelita aquí junto a Dios.
Desconozco el tiempo transcurrido hasta que finalicé la tarea. La pila de barro me recordó la montaña de libros que había formado en las librerías mi best seller La maldición de la nariz de La Esfinge de Gizeh. Entregué el manuscrito arcilloso al ángel y aproveché para preguntarle por qué hacían tantos aspavientos los señores con levitas y las señoras con orondos sombreros que se divisaban en la lejanía.
—Ahí les tienes, están troceando camellos —me respondió, y luego señaló un par de narices huérfanas que había entre los pétalos—, quieren hacerlos pasar por el ojo de la aguja.
—O sea, que además de existir Dios, se hizo hombre de palabra —afirmé asombrado.
—Tan cierto como que te debiste conformar con escribir libros de relatos de los Montes de Toledo, pero no, quisiste ser rico y famoso... ¡Anda, ve con ellos: escritor de narices amputadas!
Texto: Ximens
Narración: Susana Santamarina
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Un relato que exuda un humor fino como envase de la ironía crítica aguda que contiene.
ResponderEliminarCon una narratividad ajustada al propósito de la historia, Don Javier Ximens logra dotarle al texto de intensidad y pulso narrativo; todo ello siendo fiel a su propio registro, ese que nos hace disfrutar intensamente con todo lo que publica.
Mis aplausos al autor.
Muy irónico y en tu estilo. Empiezas riéndote de tu propia sombra y sigues con la religión y con esos ricos que según dicen lo tienen difícil pasar por el ojo de una aguja, pero ya ves estos tuyos tienen la solución: trocear al camello ¡cómo no!
ResponderEliminarMe gusta la descripción de la gente con sus sábanas o los trajes de novios descosidos por la espalda y las conversaciones con los mandamases de allí arriba.
Divertido, critico y para recordar este micro.
Besitos
Muy bueno.
ResponderEliminarwww.el-jugador-84.blogspot.com
Eso pasa por no abusar del cochinillo. Con el cochinillo y el vinito no las diñas tan rápido. Pero bueno, a veces los errores sirven de algo.
ResponderEliminar¿Entonces quedamos en que el cielo existe o más bien que la vida continúa?
Eres tremendo con la ironía, tremendo.
Estos derechos de autor tienen mucha enjundia (cuasi autobiográfica)
ResponderEliminarBuen texto Javier, me gusta y no diré nada más, sólo que esas que esas narices amputadas del final me han hecho sonreír...
Besicos amigo.
Buenísimo, Ximens, me gusta que cuentes sobre el cielo, linda descripción nos regalaste.
ResponderEliminarEl final, simplemente genial.
Genial Ximens, me ha encantado. El detalle de los trajes de boda abiertos por la espalda me ha dado una grima... como que es cierto, cierto. No te quejes que te pusieron a escribir, que es lo que más te gusta, aunque sea repetir la misma frase. Ya sabía yo que escribirías un libro que se vendería como rosquillas y te harías rico. Muy divertido. Un abrazo.
ResponderEliminarDon Ximens ...¡fantástico texto!, con humor, el justo, ironía la equilibrada, y dosis de pequeñas pinceladas que nos hacen reflexionar sobre lo eterno, lo terrenal, el éxito, y los derechos tan convulsionados en los últimos tiempos.
ResponderEliminarMe gusta tu estilo,
y siempre me haces sonreir. :)
Un abrazo.
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios. Agradezco al equipo de La Esfera la publicación del relato y su futura inclusión en el libro. Es un placer oír el texto tan bien narrado por Susana Santamarina, que lo engrandece. Yo, con esto, ya me siento premiado. Muchas gracias y nos leemos en el cielo literario.
ResponderEliminarMuy bueno, muy bien llevado.
ResponderEliminarY la narración de Susana, fantástica!
Es un relato muy vivo, repleto de ironía fina y humor. Me ha gustado Ximens.
ResponderEliminarUn abrazo
Como dicen por ahí.. "No te digo ná, que luego tó se sabe".
ResponderEliminarSólo que eres tremendo, pero vaya, que eso ya lo sabes. Suerte
Muchas gracias, Ximens y Ana por vuestros elogios. Para mí es un placer narrar vuestros textos y me alegro mucho que lo consideres un regalo Ximens.
ResponderEliminarXimens, ese final parte con todo. Escrito con un par de narices y con madera de escritor!
ResponderEliminarUn abrazo.
No conocía el relato y decidí escucharlo en lugar de leerlo...
ResponderEliminar¡Me encanta el par de narices que tienes para todo!
Ah!, Susana Santamaría, lo hace como dios.
Besos.
Me gusta mucho el tono irónico que empleas, la descripción del cielo lleno de pétalos y, sobre todo, la recomendación del ángel de no adjetivar... ¡ja! El best seller también es un puntazo.
ResponderEliminarBesos
Ximens, no me extrañaría nada encontrarme cualquier día un buen libro tuyo publicado en las librerías. De hecho me encantaría.
ResponderEliminarEl micro lo he escuchado (genial, Susana) y lo he leído a la vez. Me ha encantado tu descripción del cielo, dan ganas de tirar para arriba aunque te pongan a hacer copias, pensé que tu personaje se inventaría un cuento...
El final me ha descolocado un poco, o sorprendido.
Felicitaciones, Javier. Es una gozada poder leerte.
Abrazos grandes y fuertes!!
Creía haber cometado y es que creo que lo leí en el móvil. Me gustó, Ximens, por la ironía que gasta. Me parece muy divertido lo del escarmiento al ateo. Y es que lo mejor es creer por si acaso.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es un texto con una ironía muy fina que arranca sonrisas.
ResponderEliminarSaludos Ximens
Fina ironía y humor del bueno. Con una carga de profundidad b ajo el nivel del agua. Made in Ximens.
ResponderEliminarFelicidades Ximens.
ResponderEliminarDios, tú, los curas, Toledo, muy Ximens. ¿Tú estudiaste en un seminario?.