A las cinco de la tarde el tañido de las campanas se colaba por debajo de las puertas cerradas: "tan, tan, tan…", su sonido rítmico y lento llenaba de zozobra al vecindario que espiaba la salida del féretro de la iglesia entre cortinas y mirillas. Este iba precedido apenas por una docena de personas, una estela de silencio flotaba tras él. Sobre su tumba no hubo lágrimas, no se escucharon lamentos mientras el ataúd descendía hacia su morada definitiva. Tampoco hubo flores. Todas reposaban sobre las tumbas recientes de sus jóvenes victimas. Texto: Yolanda Nava Miguélez Narración: La Voz Silenciosa
La hora esta muy bien elegida. Eran las cinco de la tarde... (muy de Lorca) Pero el final es lo mejor. Me ha gustado.Es un texto sencillo pero directo y rotundo. Felicidades.
Todo parecía normal, dentro del ocultismo de la muerte: la zozobra, el espiar, el silencio... Y de repente la sorpresa, el desenlace, la bofetada de información.
Ese tañido de campanas es desde luego un magnifico comienzo, y desde luego el final dá sentido al misterioso comportamiento vecinal.Lo que no consigo imaginar es quienes son los de la comitiva y mira que me considero generosa. Felicidades por tu buen hacer Yolanda.
Ese final es buenísimo, porque con diez palabras, haces que el lector cambie la perspectiva del relato ciento ochenta grados. Ante una tumba es difícil no sentir algún tipo de misericordia con el muerto, pero en este caso consigues que sintamos repugnancia.
Yolanda, qué duro!. Yo creo que las doce personas sobraban. Solo como la una tenía que haber sido enterrado y por supuesto, sin esas flores. Un beso.
ResponderEliminarUn impresionante relato el tuyo.. me has dejado sin palabras.. la sutileza conque los has expuesto es genial..
ResponderEliminarUn abrazo
Mi pregunta es: ¿cómo es que alguien sigue su féretro?
ResponderEliminarMuy buen texto
Breve, directo y sencillo. El final lo dice todo. Muy bueno!
ResponderEliminarAbrazos!
Gracias por vuestros comentarios.
ResponderEliminarHum..., lo que acabo de ver: víctimas, quise decir, la tilde voló tras la comitiva. Jeje.
ResponderEliminarLa hora esta muy bien elegida. Eran las cinco de la tarde... (muy de Lorca) Pero el final es lo mejor. Me ha gustado.Es un texto sencillo pero directo y rotundo. Felicidades.
ResponderEliminarGracias Antonio. Lo de las cinco de la tarde fue un guiño hacia esa hora tan "literaria", sí.
ResponderEliminarTodo parecía normal, dentro del ocultismo de la muerte: la zozobra, el espiar, el silencio...
ResponderEliminarY de repente la sorpresa, el desenlace, la bofetada de información.
¡Muy bueno!
Un abrazo, Yolanda.
Un abrazo también para ti Petra.
ResponderEliminarEse tañido de campanas es desde luego un magnifico comienzo, y desde luego el final dá sentido al misterioso comportamiento vecinal.Lo que no consigo imaginar es quienes son los de la comitiva y mira que me considero generosa.
ResponderEliminarFelicidades por tu buen hacer Yolanda.
Ese final es buenísimo, porque con diez palabras, haces que el lector cambie la perspectiva del relato ciento ochenta grados. Ante una tumba es difícil no sentir algún tipo de misericordia con el muerto, pero en este caso consigues que sintamos repugnancia.
ResponderEliminarIsabel, Amando, un placer contar con vuestros comentarios.
ResponderEliminarEres la reina de los micros. Estuve en ascuas hasta la última letra.
ResponderEliminarGracias Dacil por tu generoso comentario. :) me alegra de que hayas disfrutado.
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