25 agosto, 2012
Éxodo
Es extraño. Son muchos los días que llevamos mi mujer y yo sin ver a ningún vecino. Ni en el ascensor ni en el patio ni siquiera en el garaje. Los buzones están vacíos por completo. Tampoco oímos ruidos, ningún portazo, nada de lloros de bebés ni discusiones de parejas. Las televisiones parecen apagadas y los teléfonos desenchufados.
Hemos terminado de cenar y no puedo más. Uno a uno voy a llamar a los timbres de cada vecino, puerta a puerta. Ya estoy preocupado.
En la planta calle no he tenido suerte. En el primero A me pareció oír unos pasos al otro lado del umbral: se desvanecieron enseguida. En la tercera planta ni la luz del rellano se encendía. Al llegar al quinto, al mío, una enorme desazón embriaga cada poro de mi piel. Como olvidé las llaves no me queda más remedio que llamar para que mi mujer me abra. Silencio. ¿Dónde estás? —me pregunto—. Vuelvo a insistir. ¿Se habrá quedado dormida? Tras diez minutos, me canso de encender la luz y también de golpear la puerta. Sentado, tan sólo escucho, cada vez más fuertes, los rumores que no quise advertir de una angustiosa soledad.
Texto: David Moreno Sanz
Narración: La Voz Silenciosa
Más Historias de portería aquí.
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Inquietante, podría pensarse al protagonista como agobiado por la culpa de haberlos exterminado a todos. Quién no ha sentido alguna vez el impulso de matar a lo que más se quiere, es una alegoría de la fantasía puesta en acto. Interesante.
ResponderEliminarNo sé, lo mismo me equivoco, pero esto parece un relato fantástico, en el que todos van desapareciendo o, tal vez, es el mismo protagonista el que ha desaparecido y siente esa terrible soledad de verse aislado de todo todos.
ResponderEliminarEn cualquier caso, me ha gustado mucho el ambiente claustrofóbico que sugiere y la progresión con que nos va guiando hasta el final.
No hay muchas alternativas: o sale corriendo o se queda hasta desaparecer. Aunque, como tiene un punto de ciencia ficción, puede ser que... los demás están allí, en la casa, y sólo él está en otra dimensión y se esté dando cuenta justo ahora.
ResponderEliminarPara mi el punto de vista de Luisa me parece el más correcto, el no estar hace que no vea a nadie.
ResponderEliminarInteresante relato.
Gracias a todos por vuestros comentarios.
ResponderEliminarMás allá de interpretaciones que las dejo para cada lector, quise darle un ambiente de creciente claustrofobia y soledad al texto.
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
Este es un micro que genera una sensación de desazón en el lector, gracias a una acertada elección del lenguaje connotativo, al pulso narrativo del texto y a la tensión que David sabe imprimir dosificando los silencios.
ResponderEliminarEn mi opinión, excelente.
Un abrazo,
Yo le encuentro dos lecturas, la más manifiesta, que causa una sensación de desesperación, de querer que el personaje salga corriendo del lugar para no desaparecer.
ResponderEliminarY la otra es más filosófica (si aceptas el término), como esas desapariciones que se van dando en los sujetos de vidas intrascendentes.
Te dejo un fuerte abrazo, me gustó, sí señor.
HD
Cierto que el relato te lleva por un camino de angustia.
ResponderEliminarLa narración sublime, como siempre. Esos timbres que suenan en el momento oportuno de la narración.