10 agosto, 2012
Nuestra casa
—¿Qué precio tiene, joven?
El dependiente echa un vistazo rápido y dibuja una sonrisa incrédula:
—Esta es muy grande. Tenemos más pequeñas al fondo.
—Esta es perfecta.
—Ya lo creo,… señor. Artesanía pura. Materiales de calidad: alicatados, parqué, puertas, armarios, espejos, alfombras, lámparas… Hasta el mínimo detalle.
—Gracias, joven, no tiene que convencerme de lo que quiero. Solo dígame cuánto cuesta.
El vendedor, pensando en la comisión, maldice su mala suerte. Hoy en día, las casas apenas se venden. No quiere dejar escapar al viejo estrafalario ¿Para qué querrá una casa tan grande? Mientras va a comprobar las tarifas, con cada paso que da, siente cómo se aleja su comisión. Descorazonado, como un corredor de bolsa tras una mala inversión, vuelve junto al viejo y le observa detenidamente, sin respeto, No puede estar bien de la cabeza: viste traje oscuro, mientras se “ahorca” con una bufanda infantil terminada en borlas. Le susurra el precio como si traicionara un secreto, esperando su reacción. Pero el viejo no abre desmesuradamente sus ojillos soñadores, ni dibuja aspavientos con
sus manos serenas, ni se marcha de la tienda refunfuñando disparates. El viejo, acariciando las borlas de su bufanda infantil, sorprende al impostor de agente de bolsa:
—¿Se puede devolver si no le gusta?
—¿Cómo dice?... Es que… ¿Se queda con la casa?... Señor…
—Agustín. Solo Agustín.
Agustín nació en la portería del edificio donde vive. En el casco antiguo de la ciudad: una reliquia del modernismo de finales del XIX. Su padre, el portero, ayudó a su señora a traerlo al mundo. De eso hace casi ochenta años. Agustín siempre ha vivido en la portería, hasta que se jubiló. Ahora vive en frente: en el bajo derecha, con Salma, las hijas de esta, y un gatito que encontraron llorando en un contenedor. Son pisos grandes, de renta antigua, sin ascensor. Ocupan toda la planta, excepto los bajos: la portería y el piso de Agustín. Los vecinos se conocen, llevan toda su vida ahí. Los nuevos son extranjeros. El matrimonio del segundo sale del brazo a comprar el pan; les cuida una interna rumana. Doña Berta y su señora de compañía, ecuatoriana, han llenado de girasoles el balcón del tercer piso. Los del primero son cinco: ha vuelto la hija y los niños. En el cuarto, el viejo académico ha contratado a un matrimonio venezolano, como Salma; el marido pasa las mañanas en la universidad con el profesor. Para Agustín, Salma y las pequeñas son su familia.
—¿Dónde están mis niñas?
—¡Abuelito Agustín!... ¡Llevas mi bufanda de la suerte! Es para ti, para siempre…
—Flor, mira lo que os traigo.
—¡Alaaa…!
—Vamos a enseñársela a tu hermanita… Extiende las manos, Eli. Así, despacio… Eso son tejas. ¿Las notas?... Y las chimeneas… ¡Las ventanas! Suaves, finas. ¡Tócalas, Eli!... Lo que sobresale son los balcones. Están fríos, ¿verdad?... En este pondremos girasoles… ¡Acaricia la fachada! Es rugosa, pero no pincha. ¿A que no?... Y la gran puerta. ¡Ábrela, Eli! ¿Te gusta? ¡Es nuestra casa!
Texto: Amparo Martínez Alonso
Narración: La Voz Silenciosa
Más Historias de portería aquí.
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Qué ternura de relato! Se palpa el amor de Agustín por la casa donde pasó su vida, igual que él palpa cada rincón. Se me ha puesto un nudo en la garganta.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Petra-Amparo: Plas! Plas! (este si que me he enterado, jeje). Me encanta esta historia de portería donde los huecos vecinales y sentimentales se han rellenado de gente buena (aunque sean tan despreciados por los intolerantes, tipo dependiente de casas de muñecas). Sin decir explícitamente has hecho un repaso de las soledades, y de como Agustín convive con una mujer emigrante con dos niñas que las quiere como hijas-nietas, y más a la ciega, para la cual le hace el regalo Me ha gustado todo lo que no cuentas. Felicidades y será un honor perder ante ti.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho. ¡Qué regalo tan bonito para esa nueva familia! El texto es impecable en el fondo y en la forma. Enhorabuna, Amparo.
ResponderEliminarUn beso fuerte.
Querida Petra: me ha encantado este otro relato tuyo, donde tanto el personaje central, que es entrañable, como el ambiente de calidad humana que describes a su alrededor, son reconfortantes.
ResponderEliminarUn clima esperanzador. Gente bondadosa por fin...¡Que gusto! Muy bien escrito.
¡fELICIDADES Petra!
Pues si que es diferente con el que nos ha puesto de los Nervios a casi todos.
ResponderEliminarAqui nos brindas esperanza, nos permites creer en la buena voluntad del ser humano. Y eso nos gusta a todos los lectores. Igual que en el de los Nervios de Acero arriesgabas por el tema y la forma subrealista, en este sabias que ibas a acertar de lleno en el gusto de los lectores.
Pienso como el resto de comentarios que he leído.
Me gusta como escribes. Ya me he paseado por tu Petra Acero, Amparo Martínez.
Suerte, aunque no la necesites.
Ya se ha dicho, pero necesito subrayarlo. En especial en mañanas como las de hoy (o meses como los que estamos viviendo): este canto tuyo a la esencia de la vida, lo que importa de la existencia y que encarnan, precisamente, quienes menos poseen (visto desde el ángulo de lo material) y los emigrantes, me parece no sólo hermoso, tierno y esperanzador, sino necesario, muy necesario.
ResponderEliminarEste relato lleva en una dirección: la ternura. Aquí no cabe escapatoria mental. Trato de encontrar lo que no cuentas.
ResponderEliminarAmparo, que te vaya bonito con cualquiera de tus opciones tan dispares. El mérito lo tienes. Para gustos: los colores. Yo me muevo mejor entre Nervios, y no siempre de Acero.
Saludos.
Esta narración es a la que nos tienes acostumbrados: made in Petra. Ya te han dicho demasiadas cosas agradables. Me parece muy interesante esta Esfera.
ResponderEliminarUn beso para Amparo.
José Francisco, "La Voz Silenciosa", ha locucionado mi relato y yo no lo puedo escuchar. Mierda!! (perdón). Pero todavía estoy de vacaciones, compartiendo un iPad para tres y a veces cuatro... Buscando cobertura y turno. Deseando estoy de llegar a casa y coger mi ordenador.
ResponderEliminarMUCHÍSIMAS GRACIAS A TODOS.
Un honor y una alegría tremenda saber que escucharé tu Voz, rasgadura, toda emoción. Transmitiendo más de lo que consigue decir el relato.
Besos calurosossss
Joer (perdón también). Pues no que me ha emocionado. Gracias. Es un placer. Espero que llegues pronto si no voy a donde estés y te llevo un pen con el audio, jajajaja Un abrazo silencioso.
ResponderEliminarPues es que no veo ninguna conexión para el PEN, ya la he buscado, ya. Estos inventos, o yo, no somos totalmente compatibles.
ResponderEliminarLo único bueno de estar compartiendo iPad es que les he aficionado a La Esfera Cultural a más de uno, y ya se han apuntado como seguidores...
José Francisco, me has generado el síndrome de La Voz Silenciosa: tengo ganas de terminar las vacaciones, eso no puede ser bueno para la salud :)
Un besazooo
Eso me ha gustado. Lo del síndrome. ¿Eso es malo o bueno? jajajajaja Disfruta de las vacaciones, pero vuelve pronto. Un abrazo silencioso.
ResponderEliminarNo quería molestaros porque vuestra función, como dice Armando ha de ser muy minuciosa y aún así, a veces, se desconfigura algún punto y a parte. Como en este caso:
ResponderEliminarLínea octava habla el narrador, ya no es diálogo de Agustín, "El dependiente pensando en su comisión...", es punto y a parte, debe de ir en otra línea.
En la línea 15 debería seguir el texto y no saltar al renglón siguiente (aunque este tipo de error de maquetación es menos importante que el anterior del diálogo, pues se entiende perfectamente) "ni dibuja aspavientos con sus manos serenas...".
Y lo último es que "Agustín nació en la portería del edificio..." sería otro párrafo, pues se retrotrae la historia.
Son tres pequeños detalles. Sobre todo el de la línea octava, al no formar parte del diálogo de Agustín, sino de la voz del narrador.
Gracias anticipadas. Evitaremos que alguien se queje de la mala narración o fallos de escritura. Aunque esto es una guerra de desgaste, lo sufrimos todos al colgar nuestros trabajos cada día. Pero si se pueden subsanar, mejor, más orgullosos y contentos.
Valoro vuestra ardua tarea: es un verdadero rollo de control.
Besos, y muchas gracias de nuevo, a toda La Esfera Cultural.
Amparo Martínez Alonso.
Donde pone Armando debería decir Amando Carabias.
ResponderEliminarComo véis a todos nos pasa...
Un besoooo Amando.
Solucionado.
ResponderEliminarEl segundo error que mencionas es relativo a la presentación de "seguir leyendo..."
En La Esfera tratamos de corregir todo aquello que nos llega.
La mayoría de los textos participantes en las convocatorias traen errores, erratas, faltas, etc... y empleamos un buen tiempo en corregirlo, pero siempre se nos escapan. Debería ser responsabilidad de los escritores, pero...
Siento los errores al leer. Mis disculpas. Borraré el audio y lo volveré a locutar. Un abrazo silencioso.
ResponderEliminarMuy tierno, muy conmovedor y necesario tu relato, Petra. Me ha encantado de que manera has descrito escenas muy cotidianas.
ResponderEliminarBesitos
Gracias Ana, Ximens, Isolda, Isabel, Jorge, Amando, To, Monte Orbea, Elisa por estos comentarios tan gratificantes y generosos.
ResponderEliminarJosé Francisco, La Gran Voz, acabo de oír tu Voz Silenciosa (¡por fin! Me moría de ganas), y me ha emocionado. Muchas gracias por un trabajo magnífico.
No quiero pecar de "pelota"... Bueno me da lo mismo: reitero mi agradecimiento al equipo de La Esfera Cultural.
Un besazoooo a todos.
Amparo, veo mi anterior comentario, algo mal hice, por eso reitero el mismo.
ResponderEliminarEstuvo estupendo, ahora lo escuche por el locutor y me pareció mejor aun, ¡Que buen relato!, sobre todo la inocencia del final, ¡Cuanta dulzura!.
Hermoso, un abrazo amiga.
Hola Amparo, me ha gustado tu relato cargado de sentimientos y el juego que busca entre casas de verdad y casas del alma.
ResponderEliminarQue tengas mucha suerte. Un beso
Acaqbo de escucharlo y entiendo tu emoción Amparo, el relato es muy bueno, y la narración lo encumbra.
ResponderEliminarEnhorabuena a ambos, escritora y locutor.
Un abrazo.
Gracias a Ely (de quien saqué el nombre de mi protagonista), a Moli, a Arte Pun, a Enmascarado, todas vuestras generosas palabras animan un montón, y generan alegría y estímulos para seguir inventando vidas y mentiras. Pero la Gran Voz tiene tanto mérito... que cualquier relato se magnifica con sus locuciones. Gracias, José Francisco, te llevo en un PEN en mi bolso.
ResponderEliminarBesoooos nocturnos refrescantes.
¡Hola, Petra! He disfrutado mucho leyendo este relato. Aunque un edificio sea algo material, las personas hacen de él un lugar vivo y entrañable (al menos en este caso, porque actualmente los vecinos ni se saludan). Cuando uno ha vivido toda su vida o muchos años en un mismo sitio, pagaría lo que fuera por comprar, no la casa, sino todas las vivencias y recuerdos que ha tenido allí. ¡Un abrazo fuerte!
ResponderEliminarNo quiero repetir lo que otros han resaltado; pero la ternura del relato me ha emocionado. Admiro la variedad de tus registros al escribir.
ResponderEliminarAbrazos!
Me ha vuelto a ocurrir: me he que dado con ganas de seguir leyendo.
ResponderEliminarParece que no sería difícil escribir un relato así, sin palabras rebuscadas o frases complejas y, sin embargo¡Es lo más difícil!
Cuando leo el relato, yo no veo palabras o signos ortográficos, si no que veo, siento a los personajes, estoy dentro de la historia...¡uf! y eso no creo que pueda conseguirlo todo el mundo.
Enhorabuena.
Pase mi infancia hasta los 7 años en un piso que mi abuela tenía alquilado en el centro de Valencia, y siempre guardaré en mi corazón las vivencias que tuve en esa casa. Han pasado ya muchos años desde que la deje, la casa se reformó, pero cada vez que paso por allí evoco mis recuerdos. El año pasado descubrí que en el primer piso de la casa habían abierto un restaurante, acudía a cenar al restaurante, aproveche para recorrer las escalera, hacerme fotos y sentí una gran emoción. Por ello comprendo muy bien esté relato. Marisol.
ResponderEliminarPetra:
ResponderEliminarEs un relato maravilloso, que vale por sí mismo el derecho a ser publicado en el libro futuro.
Agustín es un personaje entrañable, bondad pura. Tiene una delicadeza que estremece, sobre todo si le das una segunda lectura y saboreas cada oración que le da forma.
La grabación que lo acompaña es maravillosa, también; pues le da un sentido más humano a la historia.
Te felicito.
Un gran abrazo.