¡Oh doncella!
no te arrojes de la vertiginosa roca de Léucade,
si lo haces
tu cuerpo se petrificará
y tu alma será enviada
a las oscuras miserias del tártaro.
Lucha… no te rindas,
tu necio amado tornará
en cuanto el último rayo del sol caiga,
y tu alma será liberada de toda condena.
No te arrojes doncella divina,
no cubras tus oídos con ostras de mar,
ellas te endulzan con maravillosas fantasías
que disfrazan la realidad.
¡Oh doncella!,
frágil criatura de la naturaleza
oye el sabio presagio,
huye del mal,
el oráculo dice que tu amado regresará.
Texto: Alejandra Guerra
Un placer pasearme por éste bello poema
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias Aniagua por estas palabras!
ResponderEliminarMe regociga saber que lo has disfrutado!
Saludos!